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Logra Japón posar 2 naves en asteroide

La agencia espacial japonesa (JAXA) acaba de apuntarse otro avance. El pasado fin de semana, su sonda Hayabusa 2 depositó dos pequeños vehículos móviles en la superficie de un asteroide. La primera vez que se consigue algo así.

La Hayabusa 2 lleva varios meses aparcada en órbita alrededor de su objetivo, un pedrusco de alrededor de un kilómetro de diámetro llamado Ryugu.

La sonda orbita a unos 20 kilómetros del asteroide, una distancia perfecta para ofrecer detalladas vistas. El viernes los técnicos le ordenaron descender hasta solo cincuenta metros del suelo, soltar sus dos rovers en caída libre y volver a elevarse.

Ambos artefactos, gemelos, reciben el nombre de Minerva 2. El primero que llevaba ese nombre iba a bordo de la sonda anterior y debía aterrizar en el asteroide Itokawa, hace 13 años. Por desgracia, falló la puntería y el aparatito erró el blanco y se perdió en el espacio.

Las nuevas sondas Minerva tienen el aspecto y tamaño de unas latas de conserva cilíndricas cubiertas de células fotoeléctricas para alimentar a sus equipos (principalmente, cámaras de televisión y medidores de temperatura). No necesitan paracaídas ni sistema de frenado. ¿Para qué? La gravedad de Ryugu es tan débil que les llevó un cuarto de hora recorrer los cincuenta metros.

Al llegar al suelo, ambos artefactos rebotaron y acabaron descansando a pocos metros de distancia uno de otro. No tienen ruedas ni patas, pero pueden desplazarse; por eso se califican de rovers. En su interior llevan un contrapeso accionado por un motor eléctrico. Cuando este gira, se desequilibran y dan una pequeña voltereta. Así, golpe a golpe, pueden ir de un lugar a otro, sin prisa.

La sonda todavía dispone de tres rovers más, de los que se desprenderá en las próximas semanas. El mayor, de construcción alemana, va provisto de equipos que analizan la composición química del suelo.

Para poder acceder a capas más profundas, el Hayabusa 2 lleva a bordo una bala de cobre de un par de kilos de peso.

Llegado el momento, la disparará contra el suelo, donde impactará a más de 2 kilómetros por segundo. El choque deberá poner al descubierto rocas prístinas… y también proyectar al espacio una gran nube de fragmentos. La sonda, una vez eyectado el proyectil, buscará al otro lado del asteroide para evitar el impacto de esa metralla cósmica.

Por último, la sonda descenderá una vez más hasta rozar el suelo con uno de sus sensores. Otro proyectil hará saltar esquirlas que serán recogidas por el propio dispositivo e introducidas en una pequeña cápsula.

Luego, el Hayabusa 2 emprenderá regreso a la Tierra adonde deberá llegar en el año 2020.

Más información en El Siglo de Torreón