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Denuncian hostigamiento hacia Casa de Apoyo a personas con VIH en Coyoacán

Leonardo Bastida Aguilar

“Foco de infección” es como han definido  integrantes del Comité Ciudadano de la colonia El Caracol, en Coyoacán, Ciudad de México,  y algunos otros vecinos, al domicilio de la activista con trabajo en VIH, Silvia Carmona, quien desde hace tres años permite a personas con el virus pasar una noche o comer y ducharse antes o después de acudir al médico en alguna de las instituciones de salud especializadas en la materia, ubicadas al sur de la capital mexicana, pues  muchas de ellas vienen de otros estados de la República o de municipios conurbados  a más de tres horas de distancia.

VIHLa situación se ha recrudecido en los últimos tres meses, pues le han dicho que es una “pinche sidosa” y le han advertido que  de su “cuenta corre que se vaya a chingar a su madre”, además de que todos los días, alguno de estos vecinos se aposta en frente de su domicilio para observar sus movimientos.

Para Carmona, esto ocurre porque este grupo de vecinos ha insistido en “sacar de la colonia” al hojalatero con el que comparte la cerrada donde se ubica su domicilio, “debido a las molestias que les provoca el olor de la pintura”. Ante la negativa de dejarlo trabajar en cualquier espacio del vecindario y “echarle la patrulla a cada rato”, ella le permitió hacerlo en su patio.

La situación ha afectado las actividades de Carmona y la salud de quienes acuden por su ayuda. Debido a que instituciones como el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias o el Instituto Nacional de Nutrición conocen su trabajo, han optado por pedirle apoyo con algunos pacientes que requieren de un espacio para pasar algunos días, y por su estado de salud, necesitan ser trasladados en ambulancia. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, Silvia, o alguna otra persona que le ayudan, deben cargarlos de la entrada de la cerrada a la casa, pues los vecinos han colocado autos para impedir su paso.

Además, apoya a jóvenes de La Casa de la Sal que han alcanzado la mayoría de edad, y por tanto, deben dejar el albergue especializado en  atención a menores de 18 años. Ella les permite quedarse un tiempo en su casa hasta que deciden los siguientes pasos de su vida. Ante la situación, está preocupada porque a dos chicos provenientes de dicho albergue, quienes ahora viven en su domicilio, los puedan agredir los vecinos.

Esto, debido a que, en días recientes   al abogado que la apoya en los juzgados, pues ella ya interpuso una demanda y quejas ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, le rayaron su auto en las calles de la colonia ubicada cerca de Santa Úrsula Coapa y Santo Domingo.

Mientras tanto, en las juntas vecinales que se celebran cada miércoles en las instalaciones de la Subdelegación política Los Pedregales, ubicada en la delegación Coyoacán, le han dicho a Silvia que ingrese un oficio a fin de que se investigue el asunto.

Para Carmona, las acciones se deben tomar más allá de que sea activista o no sino porque es una ciudadana a la cual se le tiene que garantizar su seguridad. Por eso, considera que  no sólo se le debe llamar la atención a esos vecinos  sino que se tienen que tomar medidas para evitar que se repitan actos de este tipo.

Para ella no es suficiente que se pida una disculpa pública y aseguren que no lo volverán a hacer, porque en otras ocasiones, según otros vecinos de la demarcación, ha ocurrido lo mismo y reinciden en los actos de hostigamiento.

Los vecinos identificados por varios habitantes de la demarcación son: Cuauhtémoc Heraclio Cabral Rodríguez, quien actualmente es representante vecinal, así como su padre, Gilberto Cabral Valtierra, y su madre, Ofelia Rodríguez, además de  Moisés, Laura y Karina, a los cuales, aseguran otros vecinos, Cuauhtémoc les dice que les va a conseguir “un trabajo en la delegación”.

En entrevista, sin querer revelar su nombre por cuestiones de seguridad, un policía de la demarcación afirmó que cuando se ha detenido a alguno de los implicados por alguna acción en la vía pública, estos los insultan e intentan agredir y llegando a la subdelegación política les llaman por el radio para decirles que los dejen bajar. “La orden viene de arriba”, añadió.

Lo que pide Carmona es que la dejen trabajar y haya una restricción hacia esa familia para que no se le acerquen y no ingresen a la cerrada donde vive para que la dejen continuar con sus labores, pues, afirma, como nunca antes en su trayectoria de 23 años de activismo, siente que su vida corre peligro debido al constante hostigamiento que sufre, incluso, a veces no desea salir a la calle.

Asimismo recordó que en esta casa vivía una persona con VIH que se la ofreció para que ayudara a otras personas en condiciones de salud similares, desafortunadamente vivió mucho hostigamiento por parte de los mismos vecinos, quienes se referían a él como “el puto”.

Su mayor preocupación es que son esos mismos vecinos quienes se están postulando para volver a ser electos en el Comité Ciudadano de la colonia el próximo 4 de septiembre.