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Sismo vuelve abrir la 'grieta'

El Siglo de Torreón-AEE

En la memoria de la Ciudad de México hay todavía abierta una grieta: el sismo de septiembre de 2017 que revivió ayer el miedo en los capitalinos con una sacudida de magnitud 7.2.

En las zonas más afectadas por el terremoto del pasado 19 de septiembre, como las colonias Condesa y Roma en la zona centro de la capital, la gente evacuó de inmediato edificios y casa al activarse la alerta sísmica unos minutos antes de la seis de la tarde.

El miedo transformado en pánico, traducido en rezos, liberado en llanto: no hubo en las calles un sólo gesto inmune al movimiento que le recordó a esta Ciudad su vulnerabilidad sísmica.

Las autoridades reportaron que no hubo grandes afectaciones, pero este sismo de nuevo disparó la escala anímica de los habitantes de la Ciudad de México, concentrados en camellones, aceras, glorietas y cualquier lugar que no tuviera un techo encima.

En las zonas donde cayeron edificios el pasado 19 de septiembre la gente despegó la vista hacia las alturas como esperando la tragedia. Esta vez, por fortuna, no ocurrió así. Pero sí hubo inmuebles, aún en proceso de reconstrucción, que desprendieron arena, pintura o piedra de sus fachadas.

De los hoteles de las colonias Roma y Condesa salieron turistas extranjeros con la maleta en mano para pasar la noche en alguna otra zona de la Ciudad.

Algunos residentes incluso tomaron una maleta empacaron lo básico y salieron de sus departamentos con sus mascotas a casas de amigos por rumbos menos vulnerables.

Aquí nadie olvida que en estas colonias cayeron edificios, murieron vecinos aplastados entre escombros, hubo rescates interminables. Milagros y tragedias que escribieron la historia reciente del sismo del 19 de septiembre de 2017.

La tragedia el año pasado, al parecer, también nos hizo olvidar medidas básicas de protección civil aprendidas a fuerza de recordar cada año aquel terremoto del 1985. Esta vez la gente sólo buscó una salida, un camino por donde correr hacia la calle. Nadie aguardó en sus lugares, nadie confía en los muros y techos de esta ciudad que hace apenas cinco meses se desplomaron con un movimiento de magnitud 7.1.

En algunos puntos de la ciudad el servicio eléctrico se suspendió, la telefonía celular falló de manera intermitente y el tránsito, como siempre, se desquició. La ciudad está maltrecha: hay 369 muertos de septiembre de 2017 que todavía le duelen y son herida abierta.

Después de cada réplica nadie tuvo prisa por regresar al lugar de donde escapó. Mucho menos a alguno de los 3,000 edificios dañados en esta capital algunos de los cuales ya volvieron a ser ocupados.

No pasó nada, pero de nuevo pasó todo por la mente de los capitalinos, obligados a recordar una vez más que el suelo que pisan se mueve, y mucho.

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