Vigilar los procesos electorales
Coahuila elegirá, este 4 de junio, gobernador y 25 diputados locales, además a los 38 titulares de los ayuntamientos, que por esta única vez estarán en funciones solamente un año, para empatar los calendarios electorales. Ese mismo día habrá también elecciones en Estado de México, Nayarit y Veracruz.
Las campañas arrancaron el pasado fin de semana con actos protocolarios, porras y vivas. Sin embargo, el entusiasmo de los candidatos no mueve a nadie. El desánimo es generalizado. Los partidos y sus candidatos acudirán, una vez más, al uso de las clientelas políticas, que a cambio de dádivas en presunta generosidad, lanzarán estudiados y acartonados gritos de júbilo, aplausos y vivas a favor del generoso candidato en turno.
El desencanto es generalizado, para explicarlo sostiene el cualificado analista político Liévano Sáenz, que los mexicanos hemos perdido la "perspectiva y sentido de orgullo". Él mismo recomienda un balance honesto para constatar que los avances democráticos en México no solo no son despreciables, sino han sido, con mucho, avances realmente cualitativos, inimaginables en aquel sistema político que funcionó bajo el emblema de la revolución mexicana. Capaz tiene razón, sin embargo, el problema es mucho más complicado.
Los procesos de democratización en América Latina no tienen más de 20 años, hace poco no había ni organismos nacionales encargados de realizar las elecciones. Los golpes de estado eran el pan de cada día en muchos países, el sistema clientelar corporativo era la red por donde fluía la vida de este entramado. La institucionalización de la democracia levantó muchas expectativas, parecía que el sistema resolvería ancestrales problemas de atraso, pobreza e ignorancia de nuestros pueblos latinoamericanos, sin embargo, los efectos prometidos nunca ocurrieron, antes bien las sociedades contemporáneas hemos contemplado la instalación del cinismo en los políticos profesionales. La alternancia tampoco fue solución. Estamos atrapados en nuestras ilusiones.
Un problema fundamental ha sido sostener una noción reducida de democracia, como si la elección de los propios destinos como colectividad se redujera a la elección de los representantes, al puro hecho de depositar el voto en las urnas. El mismo INE se dice preocupado y de manera especial por los jóvenes, aquel sector de la población que más harto se siente con ese reduccionismo absurdo. Si bien ejercer el voto para elegir a los representantes es un momento clave de la democracia no es el único ni el que más potencial puede tener.
Reconstruir la política representativa es una tarea de titanes. La alternativa a una sociedad tan extremadamente despolitizada seguirá siendo más politización. Con sentido de realismo y con perspectiva de tiempo, la sociedad civil sigue siendo la vía. Una educación cívica generalizada dirigida a toda la población, en el formato que sea, aunque no se debe abandonar, no tiene lugar en la complejidad de las sociedades contemporáneas.
Las universidades y los medios de comunicación tienen aquí un lugar imprescindible. Se habla con insistencia del elevado número de instituciones de educación superior en la Comarca Lagunera, de 50 en la región. Dónde está el aporte que hacen, además del que por encargo tienen de formar profesionistas aptos para nutrir los competidos mercados laborales. Qué soluciones aportan para incentivar la economía, la política, la ideología de la región. Los medios de comunicación laguneros se enorgullecen de su tradición y del papel que han jugado en tiempos de progreso y bonanza, por qué no sería esta vez de nuevo su momento.
Las elecciones son una gran oportunidad. No sólo para votar, como jingle del INE, sino mucho más allá. Proponer mecanismos para la vigilancia y uso de los recursos públicos destinados a los partidos políticos es una posibilidad que hasta ahora no se ha hecho. Convocar a debates entre los candidatos a los diferentes puestos de los diferentes partidos sí se ha realizado con éxito por algunas universidades, no es mal ejercicio, antes bien educa. Las encuestas de preferencia electoral hasta ahora las han hecho las empresas del tema y bajo un aspecto meramente comercial, qué tal vendría un macro estudio cualitativo de la sensibilidad del electorado de la población ante esta coyuntura.
Esto sí que sería una verdadera observación electoral, pero las posibilidades se multiplican al infinito. Que no sea la falta de imaginación lo que nos paralice, una vez más, en un momento central de la historia.