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Paz en Colombia a unos pasos del abismo

La paloma de la paz en Colombia está en el limbo, esta sobre una frágil alfombra gris, y peligra que caiga a las hogueras del infierno, que es el retorno de la guerra, lo que nadie desea desde sus corazones, pero la realidad política es compleja, confusa e incierta.

La alegría y emoción de aquella tarde del 26 de septiembre, en la ciudad amurallada de Cartagena, cuando el presidente Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las FARC-EP, vestidos de blanco, firmaron el Acuerdo Final de Paz, se estrecharon las manos y fueron ovacionados por miles de colombianos que gritaron al unisono: “Si se puede … si se puede”.

En la plazoleta del Centro de Convenciones, bajo una tenue brisa, y un bello atardecer en el horizonte, sobre las cúpulas de las coloniales iglesias de la ciudad amurallada, que horas antes repicaron sus campanas de bienvenida a la paz, se vieron rostros alegres de muchas víctimas de la guerra.

Negros, mulatos, morenos, blancos, católicos, cristianos, ateos, conservadores, liberales, comunistas, todos sonrientes y alegres porque la guerra había llegado a su fin, después de 52 años de violencia que dejo cerca de 300 mil muertos, miles de desaparecidos, y unos 7.5 millones de víctimas.

Fue una tarde donde los colombianos querían sepultar para siempre la muerte y poner a volar y volar palomas blancas de bienvenida a la paz… a la vida, y quizá por esta realidad del momento, el presidente Juan Manuel Santos, cerró su discurso con esta frase: “Cesó la horrible noche”.

Tres días antes de la firma del Acuerdo de Paz el 23 de septiembre, la Conferencia Nacional Guerrillera, la máxima autoridad de las FARC-EP, le dijo Si al Acuerdo Final, le dijo Si a dejar los fusiles, le dijo Si a convertirse en partido político, en medio de música, baile y cánticos a favor de la paz.

Los miedos para salir a la vida civil, se expresaron en cada uno de estos combatientes que estuvieron en los campamentos de las selvas del Yari, en el extremo sur de Colombia.

Pero el 27 de septiembre los guerrilleros y sus mandos medios -con todos sus temores- iniciaron marchas a las zonas de concentración para iniciar el proceso de dejación de sus armas, bajo el paraguas protector de las Naciones Unidas.

Un día después del histórico 26 de septiembre, muchos de los alcaldes y jefes policiales de los municipios, catalogados como zonas rojas, dieron la orden de demoler las trincheras que protegían sus cuarteles y las instituciones oficiales de los ataques de la guerrilla. Trincheras que llevaban allí décadas resistiendo las bocanadas de plomo de fusil, granadas, francotiradores y cilindros bombas.

El 27 de septiembre el presidente Santos, todo su gabinete, los partidos políticos oficialistas, los de oposición, los de izquierda, las centrales, organizaciones de víctimas, reactivaron con fuerza su campaña por el SI en el plebiscito, que debería refrendar el Acuerdo de Paz.

El presidente Santos y todo su gobierno, sin excepción, estaban convencidos del triunfo del SI al Acuerdo Final de Paz, un optimismo que fue profundizado por todas las encuestas privadas, que le daban más del 60 a la refrendación, contra un 35 o 40 por ciento de rechazo.

Los promotores del No, tampoco creyeron que fueran a ganar en el plebiscito, pero en esa semana empezaron a incorporar otros elementos a la campaña más conservadores con el objetivo de tocar las fibras del electorado: Los acuerdos ponen en peligro la familia, la ideología de género, que nadie supo explicar, la propiedad privada está en peligro, la educación diversa y plural etc.

El 2 de octubre, pasadas las cinco de la tarde, el conteo oficial de los votos fue categórico: Gano No obtuvo 50.2 por ciento, el Si el 49.7, la abstención 63 por ciento, con un potencial electoral de 34.9 millones de ciudadanos.

Desde el mismo momento que se dieron los resultados, la realidad política de Colombia cambio del cielo al limbo, del blanco al gris, y demostró la polarización de este país de 48 millones de colombianos, que tomó una decisión que aún hoy, no logra ser comprendida por la comunidad internacional.

¿Cómo es que Colombia no refrenda un Acuerdo de Paz, que fue trabajado con responsabilidad por las partes por cerca de cuatro años?, ¿Qué va pasar en Colombia?, fueron y son las dos preguntas, sin respuesta que rondan en la comunidad internacional.

Las lecturas que se dieron después del resultado fueron varias: Ganó la democracia, todos quieren la paz, el triunfo del No puede llevar a unir a los colombianos para terminar la guerra con un gran acuerdo nacional, con todos los sectores políticos y sociales.

La canciller María Angela Holguín, que estaba súper convencida del triunfo del SI, dio una de las conclusiones del resultado, más cercanas a la realidad de la sociedad colombiana, que ha vivido entre la violencia desde hace más de 200 años.

“Nunca me imaginé que el país no estuviera preparado para poder vivir en paz (…) todavía hay odios, rabias, imposibilidad de perdonar, y todo se vio reflejado ahí (…) La gente votó porque no puede perdonar, porque no pueden dar un chance a las FARC, porque la gente está llena de odios y de resentimientos (…) a la gente le cuesta mucho trabajo pasar la página”, fue la reflexión de la Canciller, que no ocultó su dolor en una entrevista en el noticiero CM& de la televisión local.

Los comandantes de las FARC desde La Habana, ratificaron su voluntad de defender el Acuerdo Firmado el 26 de septiembre, pero al mismo tiempo ordenaron a sus combatientes replegarse a zonas seguras, como medida preventiva para salvaguardar sus vidas.

Los guerrilleros que ya habían guardado sus camuflados y vestían de civil, empezaron de nuevo -con la orden de sus jefes- a ubicarse en posiciones defensivas, con sus armas y uniformes. Esto significa que las FARC-EP se declararon en estado de alerta máxima. Este es el hecho real.

El anhelado y necesario Acuerdo Nacional, es aceptado absolutamente por todos los sectores políticos y sociales de Colombia, y empezó con el encuentro del presidente Santos, con los líderes dos principales líderes del No, los exmandatarios Andrés Pastrana y Alvaro Uribe Vélez.

Mientras los guerrilleros de las FARC, iniciaron su repliegue estratégico, y Santos se reunía con Uribe Vélez y Pastrana. Los estudiantes universitarios, hicieron en la noche de este miércoles, una de las manifestaciones más grandes por la paz en las principales ciudades de Colombia.

Los promotores de la campaña por el Si ó por No, no lograron movilizar a sus seguidores como lo hicieron los universitarios, que llenaron en Bogotá la emblemática plaza de Bolívar, en el corazón del poder de Colombia.

Pidieron no regresar a la guerra, mantener el cese al fuego bilateral, dijeron Si a la vida, dijeron No a la muerte, pero también fueron contundentes en mandar el mensaje que la Paz No es de Santos, ni Uribe Vélez, ni de Pastrana, ni de las FARC-EP, es un derecho constitucional de los colombianos.

En este contexto cobra vigencia la reflexión del Nobel Gabriel García Márquez: “Si yo supiera cuál es la lucha que necesita un país como el nuestro, pondría una tienda para vender soluciones”.

 

 

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