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Relato de tortura del luchador social Octaviano Santiago

Este es su relato: "En febrero de 1976, el procurador Carlos Ulises Acosta Viques me acusó de hacer propaganda y reuniones en la que se atacaba al gobernador Rubén Figueroa, por lo que a punto estuvo de revocar, en mi perjuicio, el beneficio de la preliberación. Posteriormente, Jesús Heriberto Noriega Cantú, uno de los llamados guerrilleros `arrepentidos`, jefe de los policías políticos al servicio del gobierno estatal y actual director del DIF-Guerrero, me acusó de que yo lo había invitado a la comisión de actos delictivos desde que éramos compañeros en la universidad, motivo por el cual fue girada una orden de reaprehensión en mi contra.

"El 30 de septiembre de ese año fui detenido en Querétaro y luego trasladado a la ciudad de México, donde me encerraron en una celda de un edificio. Durante casi dos meses fui objeto de torturas físicas y psicológicas.

"12 de octubre: nuevamente me sacan de la celda, se me desnuda y comienzan a patearme hasta ser derribado, se me baña con agua helada y se da inicio al martirio de los toques eléctricos en diversas partes del cuerpo, pero fundamentalmente en los testículos. Se me cuelga con vendas dobles de las manos mientras que otras vendas me son colgadas en los pies. A punto de perder el conocimiento y en esta posición de `colgado`, los torturadores deciden suspender su faena no sin antes obligarme a ingerir cuartos de tequila como método de reanimación.

"13 de octubre: la tortura comienza informándoseme que mi madre y dos hermanas mías se encontraban detenidas y que las tenían en ese mismo lugar para que, en caso de no confesar mis actividades guerrilleras, serían torturadas y violadas en mi presencia. Al no aceptar los delitos que ellos me fabricaban, me sumergieron en agua hasta el punto de la asfixia, hicieron simulacros de violación a mi persona, me aplicaron con más virulencia los toques eléctricos, me quebraron palos en la cabeza y, al final, me exprimieron limones sobre mis testículos que para entonces estaban en un alto y peligroso grado de infección.

"25, 16 y 17 de octubre: se me levanta a las cinco de la mañana y se me baña con agua helada, los toques eléctricos en las partes nobles los siento cada vez más desgarradores. Se me tapa la boca con trapos para ahogar los gritos y quejidos que la tortura provoca, se me golpea con grandes y anchas tablas mojadas en todo el cuerpo. Hacen un simulacro de castración, se me oprimen los testículos ya infectados y en los momentos de desfallecimiento me hacen tomar otra vez cuartos de tequila..."

Santiago Dionicio fue trasladado el 8 de noviembre de 1976 a una cárcel clandestina de Acapulco, a unos metros de la oficina del entonces teniente coronel Acosta Chaparro, jefe de la policía. Ahí se enteró que habían estado otros ex guerrilleros, entre ellos Aída Ramales Patiño "Nidia", Pablo Santana López "Óscar", Fredy Radilla Silva "Jorge", Eusebio Peñaloza Silva "El abuelo" y Concepción Jiménez Rendón "La gorda", desaparecidos desde entonces.

Cuatro días después de que rindió su verdadera declaración, en la que negó ser el autor de la muerte de Obdulio Ceballos Suárez otro ex guerrillero convertido en policía del gobierno, el procurador Acosta Viques dijo de él: "No cumplió el compromiso que acordamos, ahora entonces, sabrá lo que le espera...".