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El lado inhumano de las elecciones (parte1)


Por: Óscar Basave.-


Son ya las cuatro de la mañana y el cansancio se nota en la cara de los Sísifos electorales. Desde las ocho de la noche unos llevan y traen paquetes electorales. 

Otros cuentan votos bajo la vigilancia cercana, a veces encima de los representantes partidistas, un poco más frescos que ellos. Los auxiliares operativos del Consejo del 04 Distrito del Instituto Federal Electoral, que desde el sábado se encuentran trabajando, llevan los paquetes a los puntos de recuento de los votos. 

Se los entregan a los Asistentes Electorales que recuentan los votos de las casillas en las que hubo algún tipo de problema.

Terminan una y otra vez de contar, recuentan, a petición de partidos separan los votos que los representantes consideran dudosos, de ser nulos o de ser válidos, a pesar de que se encuentran en el cuadernillo guía de votos ya analizados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. 

El cuadernillo, con todo y la insistencia de que sea consultado, es ignorado por los representantes.

-Sisifo es un personaje de la mitología griega condenado por Zeus a llevar una piedra a una cima, la cual siempre se rodaba de nuevo hacia abajo y comenzaba otra vez a subirla-

Son ya las cinco de la mañana y los operativos siguen llevando los paquetes a las mesas, y lo volvían a rodar a la bodega para traer otro. 
Llevan más de catorce horas trabajando, más de los que en tiempos antiguos trabajaban los obreros y cuyas jornadas extenuantes se suspendieron a partir del Siglo XIX.

Agotadoras jornadas de los que sólo los presenten pueden dar fe. Los teóricos de la democracia y de la confianza y transparencia electoral están dormidos, o en otro lado discutiendo en torno de una cómoda mesa en el que sólo van y vienen las bebidas. 

No están ahí para compadecerse que lo que su desconfianza hace con los trabajadores, con la clase trabajadora.
El trabajo se concluye pasando las seis de la mañana. Pero no ha terminado, apenas se recuenta la elección de Presidente, queda pendiente el recuento de la elección de Senadores y posteriormente la de Diputados federales, y ánimo que esto apunta a concluirse completamente el sábado y apenas es jueves.

La sesión del Consejo comenzó a las ocho de la mañana del miércoles y a partir de las nueve los operativos comenzaron a subir los paquetes electorales para hacer recuento de casillas. 

De las ocho de la mañana del miércoles que comenzó la sesión a las seis o siete de la mañana del jueves, son casi 24 horas de intenso trabajo. Y los que provocaron esto están dormidos o tienen a sus suplentes.

El personal operativo y los vocales distritales no tienen suplentes, a diferencia de los consejeros o los representantes de los partidos, que tienen chance de irse a dormir un rato y bañarse. 

El personal operativo y los vocales no tienen quienes lo suplan, después de casi veinte horas de trabajo.

-Federico Engels no tuvo tiempo para ver esto, sino hubiese incluido a los trabajadores operativos del IFE en "La situación de la clase obrera en Inglaterra en 1844"-

El trabajo de la clase obrera del IFE a muy pocos les interesa a los que reformaron la ley e incluyeron el recuento de paquetes electorales porque a esa hora están dormidos y están siendo suplidos por otros obreros electorales, que son sus suplentes en el recuento.

La Cámara de Diputados reformó la ley electoral entre el 2007 y el 2008, para realizar los recuentos de los paquetes electorales ya sea de manera parcial o total, tomando en cuenta tres causales, como sí la diferencia entre el primero y el segundo lugar es igual o menor a un punto porcentual; sí el número de votos nulos es igual a la diferencia entre el primero y el segundo lugar, y sí el segundo lugar en el resultado lo solicita.

 Además de las inconsistencias normales que se registran en la elección, como el que los funcionarios no hayan dejado afuera las actas electorales o que estás resulten ilegibles para capturarlas.

Pero lo que se vio desde la medianoche del miércoles al amanecer del jueves es uno de los lados inhumanos de las elecciones.