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El lado inhumano de la elección (parte 2)

Por: Óscar Basave.- 
Nuestro sistema electoral está basado en la desconfianza. Una desconfianza generada por las acciones de los partidos políticos, pero promovida por ellos mismos ha permeado, quizás inconscientemente, en desconfiar en nuestros propios pares, los ciudadanos. 

Lo que nos ha llevado a un nivel de exigencia tal que no somos capaces de cumplirlo con nosotros mismos.

El número de ciudadanos que exige una transparencia electoral, no repara que quienes reciben y cuentan el voto en primera instancia son ciudadanos como cualquiera. 

Con los mismos derechos y obligaciones, pero mientras que los desconfiados exigen respeto a sus derechos, los otros cumplen con sus obligaciones. 

El caso de los funcionarios de casilla es la más palpable muestra de cómo quienes evaden su responsabilidad son los más celosos del cumplimiento del deber… los demás.

El nivel de exigencia que tienen los funcionarios de casilla hace desanimar y la mayor parte de los ciudadanos evade esta obligación, pero quienes la aceptan al final de la jornada declaran solemnemente no volver a fungir como funcionario de casilla electoral.

Hace poco una ciudadana, comentaba que en vistas de que la mesa directiva de casilla no se acompletaba no podían instalarse para iniciar la votación, mientras que la fila de votantes se alargaba. 

Uno de los ciudadanos exigía cada vez más airado el inicio de la votación, hasta que llegó el momento en que la funcionaria, presidenta de la mesa, le respondió que no se podía iniciar la votación porque no estaba completa la mesa directiva de casilla pero que él podía incorporarse en vistas de que era un miembro de la sección electoral y un ciudadano al igual que ella. 

Eso bastó para que el ciudadano se retirara diciendo que no tenía tiempo para eso.
Esta historia se repitió en la mayoría de las casillas en que existen quejas de que se abrió tarde la votación, pero ninguno de los exigentes quiso incorporarse a la mesa donde estaban ciudadanos al igual que él o ella.

 Exigen pero al momento en que se les pide que cumplan también con su deber ciudadano rehúyen.
Otra de las quejas de la jornada electoral fue la constante de las casillas especiales, no hay elección en la que las casillas especiales presenten el mismo problema, la cantidad de personas –que rebasan siempre las 750 boletas electorales—que aspiran a votar propician largas filas y una desesperación tal que es una bomba de tiempo. 

Y es fácil saber que quienes están ahí corren mucho peligro. Una por la exigencia de los ciudadanos a votar y la otra por el cúmulo del trabajo y la presión y se olvidan que quienes están ahí recibiendo el voto, también son ciudadanos igual a quienes van a votar, ni de primera ni de segunda, igual que los que acuden a votar.

Son 750 boletas electorales que corresponden a una atención de cinco minutos por ciudadano, lo que equivale a tres mil 750 minutos para recibir a los ciudadanos, más el tiempo que llevan en contar los votos y elaborar las actas, tienen un lado inhumano de la elección.

Las cuatro casillas especiales del Distrito 04 del IFE Guerrero, ubicado en Acapulco, llegaron entre tres y cuatro de la mañana. Las casillas especiales ubicadas en la Costera Miguel Alemán, en un hotel, y la instalada en el Zócalo terminaron de recibir votaciones a las 12 de la noche. 

Sí una jornada debe iniciarse a las ocho de la mañana, aunque empiecen a recibir la votación a las diez de la mañana estamos hablando de más de catorce horas de trabajo.
Y esos ciudadanos funcionarios de casilla, que cuentan más votos que cualquier casilla reciben el mayor número de críticas, reproches y exigencias, porque mientras que en las demás también reciben igual número de boletas electorales –750 en promedio, pero siempre de acuerdo a su lista nominal--, no van tantos a votar, sólo lo hacen a lo mucho en un 50 por ciento, es decir votarían entre 375 ciudadanos-- . 

En cada casilla electoral hay un voto reservado para los ciudadanos que pueden votar.
A muchos, de los exigentes en las casillas especiales, se les olvida que esta urnas son para aquellos que se encuentran lejos de su casilla, realmente lejos; no relativamente lejos. Sí un ciudadano vive en una colonia lejana del centro, digamos en la colonia El Coloso y quiere votar en el Zócalo de Acapulco en una especial, está relativamente lejos, pero no realmente lejos como lo estaría alguien del Distrito Federal y quiere votar en el Zócalo.

No cabe ninguna duda de que esta bomba de tiempo, tiene su origen en la inconciencia de los ciudadanos que hacen inhumano la exigencia del cumplimiento de un deber… ajeno. http://realpolitik-oscarbasave.blogspot.com