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Prefiere los golpes... a quedarse sola y sin dinero

*Por dependencia económica, víctima se resigna a soportar golpes y humillaciones
*En lo que va del año, registran 65 feminicidios en Guerrero

Agencia SINCOMPU-Chilpancingo, Gro. 12 de junio de 2011.-Es noche de viernes y Luz María no concilia el sueño, angustiada. Sabe que en cualquier momento Marco Antonio, su esposo, entrará a su casa, borracho, y explotará colérico contra ella o sus hijos, “cansado del trabajo” arremeterá a golpes contra quien se le atraviese, sin que nadie le pueda decir nada.
“Le tengo tanto miedo, pero dependo económicamente de él, que me aterra quedarme sola con mis hijos, no puedo dejarlo”, confiesa, resignada, una de tantas mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, ese enemigo que las mata lenta y silenciosamente.
Ama de casa, originaria de Cruz Grande, en la Costa Chica de Guerrero, pero avecindada en Chilpancingo desde hace 15 años, se casó hace 18 con Marco Antonio, que trabaja como supervisor comercial en una empresa refresquera.
De estatura media, delgada y tez morena, nerviosa, accede a conceder la entrevista a la agencia SINCOMPU, no sin antes condicionar: “pero sin entrar en tantos detalles, por favor”.

Le tengo tanto miedo…

Luz María reprime un sollozo, todavía trae marcas de la última golpiza que le propinó su marido. Un moretón en la mejilla derecho y el labio partido dan cuenta de ello. Parte de su cabellera, negra y rizada, pretende ocultar inútilmente la mancha provocada por la sangre acumulada bajo su piel.
“Cuando nos casamos, yo tenía 18 años, había venido a estudiar acá, en la Normal del Estado, quería ser maestra, pero lo conocí, nos hicimos novios y todo era bonito. No había detalles, él nunca ha sido así, pero me trataba con cariño”, relata.
“Me dejó terminar la carrera, nos casamos desde antes, ya era celoso, pero no tanto como ahora. Hasta por asomarme a la calle se molesta. Por eso mismo no pude seguir trabajando, no lo soportaba, duré nomás 6 años dando clases, dejé perder mi plaza”.
El matrimonio procreó 4 hijos. De 15, 13, 10 y 7 años de edad, dos niños y dos niñas. Sus estudios y manutención, requieren cierta cantidad de dinero, que a Luz María no le falta cada quincena, aunque sea a cambio de seguir inmersa en una vida de agresiones.
Admite su dependencia económica de Toño, como le llama, debido a que nunca la dejó emprender camino por sí sola.
Ahora, tiene que aguantar vivir “una vida de golpes”, cada vez que llega alcoholizado o “cansado del trabajo” –situaciones que se han vuelto muy comunes-  y le comienza a reclamar por cuestiones relacionadas con el hogar “a pesar de que soy muy atenta en eso”, o por problemas de celos, lo cual se ha agravado en los últimos años.
“Yo le digo que estoy cansada, que no tengo tiempo ni para mí, sólo para él y mis hijos, menos para engañarlo, y que no lo haría porque lo quiero, pero no entiende razones”, dice angustiada.
“Solamente llega, así, violento, reclamando por cualquier cosa, regañando o golpeando a mis hijos, a sus hijos, a todos. Preguntando qué hice en el día, con quién estuve, o a donde fui, aunque de la casa haya salido lo mínimo”.
Sus vecinas, acostumbradas e igual de aterradas de escuchar cada semana, le aconsejan que lo deje, o lo denuncie ante las autoridades, “antes de que la mate”.
“Le tengo tanto miedo, pero dependo económicamente de él, que me aterra quedarme sola con mis hijos, no puedo dejarlo”, repite, como mecánicamente, a sus vecinas y al reportero.

Negras estadísticas

Sobre casos quizá antes tuvieron como antecedente a una ‘Luz María’, en Guerrero el Observatorio de Violencia contra las Mujeres “Hanna Harendt” ha registrado en el transcurso del año 65 asesinatos considerados como feminicidios, de los cuales 37 ocurrieron en Acapulco.
Rosa Icela Ojeda Rivera, catedrática de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), y coordinadora del Observatorio, informó que durante el 2010, Guerrero reportó el 26% de las mujeres asesinadas a nivel nacional, y este año el porcentaje seguramente se elevará a 50%.
En México, siete de cada 10 mujeres han sufrido un tipo de violencia, cifras que –dijo- reflejan que hay una alta impunidad y una falta de respeto a los derechos de las mujeres.
Señaló que si se toman en cuenta diversos indicadores, podría decirse que Guerrero se encuentra en una buena posición, porque cuenta con normas y una ley que castiga la violencia de género, “pero necesitamos que ésta se convierta en realidad y que las políticas públicas disminuyan la desigualdad de la falta de equidad”.
Ojeda comentó que las cifras de mujeres asesinadas deberían ser analizadas a detalle, sobre todo por las autoridades y la clase política, a la que llamó a  “dejar la soberbia a un lado” y unirse al trabajo de los académicos para enfocar mejor las políticas públicas en el combate del fenómeno de los feminicidios.
“Este es otro terreno donde no hay equidad, es el momento en que el político tiene que bajarle a la soberbia y vincularse con lo que se está realizando en la academia”.
Subrayó que cada año ocurren en promedio al menos 120 asesinatos violentos de mujeres, sin que el o los asesinos sean castigados. De hecho, las estadísticas apuntan a que solamente el 30 por ciento de los crímenes con características de feminicios son resueltos.
Rosa Icela Ojeda, especialista en violencia de género, destacó la importancia de denunciar los casos de violencia en el hogar, pues de acuerdo con resultados de las investigaciones que ha desarrollado, un 80% de los feminicidios ocurren en el ámbito de las relaciones interpersonales, familiares o amistosas, y solamente el el 20% restante podrían estar vinculados con bandas del crimen organizado, tomando en cuenta las características de los asesinatos.



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