Los turistas ya no buscan museos, ahora prefieren panaderías artesanales
A la hora de elegir un destino vacacional, muchos viajeros priorizan las experiencias culinarias por encima de los clásicos recorridos turísticos. En particular, el llamado turismo gastronómico ha cobrado gran fuerza en los últimos años, convirtiéndose en un segmento altamente lucrativo. Según datos de El Economista, cerca del 30% del gasto realizado por visitantes internacionales en México se destina a experiencias gastronómicas, lo que se traduce en una derrama económica anual que supera los 183 mil millones de pesos.
Sin embargo, no todos los turistas buscan mesas de manteles largos, catas de vino o rutas cerveceras. Una corriente creciente ha puesto el foco en un rincón más dulce del panorama: la repostería y la panadería artesanal. Influenciados por redes sociales como TikTok e Instagram, miles de viajeros diseñan sus itinerarios en función de una pastelería específica, dispuestos a hacer fila con tal de probar ese postre que se volvió viral.
El auge del “turismo de pan”
Medios como The Guardian han documentado este fenómeno al que llaman “bakery tourism” —turismo de panadería—, una tendencia que congrega a entusiastas que recorren ciudades y países enteros en busca de pasteles singulares, bollería innovadora y pan recién horneado con técnicas únicas. Estos productos, usualmente elaborados por pequeños negocios independientes, destacan por su identidad local, sabores irrepetibles y preparaciones que rozan lo artístico. The Independent destaca que la rareza y la calidad son los principales motores de este tipo de turismo.
Ciudades en países tan diversos como Japón, Turquía, Alemania, Estados Unidos, Marruecos o Argentina han capitalizado esta moda, integrando sus dulces tradicionales en la oferta turística. Por ejemplo, Lisboa ha creado rutas enteras dedicadas a los emblemáticos pastéis de nata, mientras que en Corea del Sur la pasión por la panadería ha generado incluso una palabra: bbangjisullae, que significa “peregrinación del pan”, haciendo alusión a quienes viajan durante horas solo para degustar una pieza de repostería, indica Xataka.
Una indulgencia que se convierte en destino
El fenómeno ha tenido efectos palpables en los comercios locales. La BBC cuenta la historia de David Le Masurier, propietario de una panadería en Cardiff, Gales, quien afirma que el flujo constante de turistas atraídos por sus productos más exclusivos ha transformado su negocio. Aunque sus precios no son accesibles para el consumo diario —con productos que alcanzan hasta las 4.50 libras (aproximadamente 116 pesos mexicanos)—, los clientes consideran que vale la pena el gasto.
Este comportamiento se explica, según el escritor gastronómico Ross Clarke, por el llamado “efecto lápiz labial”: una teoría que sostiene que en tiempos de incertidumbre o crisis económica, las personas buscan consentirse con pequeños lujos accesibles. En vez de una prenda costosa o un viaje caro, optan por un pan de chocolate hecho a mano y difícil de conseguir. “Un capricho como ese puede iluminar el día de alguien”, afirma Clarke.
A la hora de elegir un destino vacacional, muchos viajeros priorizan las experiencias culinarias por encima de los clásicos recorridos turísticos.{}