Policías en riesgo; historias de misiones contra crimen
Con motivo de los 90 años de la creación de la Policía Federal (PF), elementos de esa institución cuentan sus historias de momentos que marcaron su vida durante el cumplimiento de una misión encomendada por sus mandos.
Predominan las experiencias del personal de las siete divisiones en la lucha contra el crimen organizado en el país. Son "historias en las que entregan su corazón, valor y sacrificio", destaca la institución como parte de ese trabajo testimonial. Resalta el caso del oficial Adrián, investigador de la Academia Superior de Seguridad Pública, quien durante seis años siguió la pista a Servando Gómez Martínez "La Tuta", cuya información obtenida permitió su captura en febrero de 2015.
Junto con esta, se menciona la historia de Elizabeth, una agente de la Dirección de Tráfico y Contrabando, quien en la década pasada recabó datos sobre los movimientos de "La Tuta", mediante labores de inteligencia en la localidad de Arteaga, Michoacán, lugar de nacimiento del capo.
Destaca la del agente Cornejo y sus compañeros, que fueron emboscados en 2009, cuando realizaban patrullajes en la comunidad de Las Cruces, municipio de Tumbiscatío, Michoacán, uno de los principales centros de operación del fundador de "Los Caballeros Templarios", Nazario Moreno "El Chayo" y, paralelamente, la del oficial Trejo, quien narra cómo en 2010 un grupo de compañeros fue víctima de la explosión de un coche bomba en Ciudad Juárez, Chihuahua, el primero que se registró en el municipio fronterizo.
ZONAS DE OPERACIÓNDe acuerdo con datos oficiales, más de 350 policías federales han muerto durante el combate al narcotráfico en diferentes áreas geográficas del país. La corporación ha estado desplegada en el territorio mexicano, pero profundizó operaciones en los estados de Michoacán, Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero y Veracruz, azotados por las organizaciones delictivas.
En diciembre de 2014 fueron movilizados más de 2 mil agentes en 22 municipios del Estado de México, Guerrero, Morelos y Michoacán, que comparten la región de la Tierra Caliente.
En esta última zona, la Policía Federal sufrió importantes bajas derivadas del combate a "La Familia Michoacana" y posteriormente a "Los Caballeros Templarios".
CAYERON EN UN RETÉN MONTADO POR SICARIOSLas primeras asignaciones del oficial Adrián, de la División Antidrogas, fueron en la Ciudad de México, y como parte de su trabajo, asegura, fue posible desarticular al primer círculo de seguridad de diversos criminales, que se creía, eran una leyenda.
En 2011, luego de la detención de Gilberto Barragán Balderas "El Tocayo", uno de los líderes principales del Cártel del Golfo, la Policía Federal obtuvo líneas de investigación que permitieron ubicar a otro capo más del grupo delictivo en el municipio de Miguel Alemán, Tamaulipas.
Para realizar labores de inteligencia se comisionó a Adrián y a otra compañera para que acudieran al municipio tamaulipeco.
Recuerda que ambos, con ropa y vehículo civiles, circulaban por la carretera Nuevo Laredo-Reynosa, cuando se dieron cuenta que en el camino no había más vehículos. Negocios, algunas viviendas e incluso las gasolineras, se encontraban en completo abandono, con muestras de haber sufrido un incendio intencional.
A pesar de ello, señala, continuaron con el viaje. Al llegar a la entrada del municipio de Miguel Alemán fueron abordados por una camioneta tipo pick-up color naranja y dice que en ese momento se dieron cuenta que en la batea había un sujeto que portaba un arma de fuego tipo Barret, calibre 50 milímetros, que apuntaba justo hacia el vehículo en el que viajaban.
"Segundos después bajaron de la camioneta naranja dos personas con armas de fuego cortas y largas, chalecos tácticos y granadas de fragmentación", detalla.
Comenta que al alzar la vista, pudieron darse cuenta que la camioneta naranja estaba acompañada de unas veinte vehículos más con hombres a bordo, quienes además de portar armas de fuego, estaban bajo los efectos de alguna droga.
Narra que los sujetos los comenzaron a agredir física y verbalmente. Les daban golpes en la cabeza y cachetadas, mientras les preguntaban sobre el motivo por el que circulaban por la carretera de La Ribereña.
Relata que después de hora y media de amenazas, los sujetos recibieron la instrucción del jefe de que los dejaran ir porque "estaban limpios" y no pertenecían a un cártel.
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