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Homicidio golpea en México a los más vulnerables

Las personas de bajos ingresos en México, como artesanos, comerciantes, agentes de ventas, choferes, campesinos, pescadores, encuestadores y hasta desempleados, entre otros, fueron el mayor número de víctimas de homicidio doloso en 2017, año más violento del país, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Durante ese año se reportaron 31 mil 174 homicidios en México, esto es, 25 casos por cada 100 mil habitantes a nivel nacional, tasa que es superior a la registrada en 2016, cuando fue de 20 homicidios por cada 100 mil habitantes.

En el desglose de las cifras por ocupación por el número de asesinatos se observa que las personas ultimadas, blanco de la delincuencia, en su mayoría provenían de los sectores de bajos ingresos. Por actividad, 4 mil 565 casos fueron de desempleados; 4 mil 81, de artesanos; 3 mil 462 eran comerciantes, empleados y agentes de ventas; 2 mil 863 realizaban actividades agrícolas, ganaderas, forestales, de caza y pesca, y 2 mil 437 eran operadores de maquinaria industrial, ensambladores y conductores de transporte, entre otros oficios.

Estas son algunas de las muchas historias ocurridas en México en las que las familias terminaron enlutadas por causa de una muerte dolosa.

 BAJAN CORTINAS DE NEGOCIOS TRAS MASACRE

La mañana del 6 de mayo, sobre el libramiento Tixtla-Chilpancingo, en Guerrero, en una camioneta de redilas estaban nueve hombres sin vida, algunos decapitados, pero todos tenían señas de haber sido torturados. Tres días antes, los nueve salieron a vender Coca-Cola por la ciudad de Tixtla y sus comunidades, donde la multinacional no quiere entrar para evitar riesgos. Ese fue su último viaje.

Entre los nueve hombres estaba Edwin Geovanni Guzmán Martínez, un joven de 17 años quien había decidido dejar ese empleo por las extenuantes jornadas: comenzaba a las seis de la mañana y terminaba a las 10 de la noche, pero no tuvo tiempo de hacerlo. La muerte le ganó.

A las nueve de la mañana del 3 de mayo, hombres armados interceptaron la camioneta de redilas color azul donde viajaban los nueve hombres. Todos iban listos para repartir los productos de Coca-Cola por las comunidades de Tixtla, un territorio cercado por los grupos criminales Los Rojos y Los Ardillos.

Sin embargo, ese día no pudieron llegar hasta allá, apenas en la carretera federal Tixtla-Chilpancingo, los pararon y ya nadie supo su paradero. Esa misma mañana, Geovanni Guzmán le habló por teléfono a su mamá para pedirle que le lavara una playera para ir a trabajar al día siguiente. Su madre accedió. En la casa del joven lo esperaron hasta la noche, pero no llegó. Le marcaron infinidad de veces a su teléfono, pero nunca respondió.

Al día siguiente, los padres de Geovanni salieron de su casa, en Chilpancingo, rumbo a la tienda donde trabajaba su hijo, en Tixtla. Ahí, la esposa del dueño les dio la noticia: Geovanni y sus compañeros habían sido secuestrados por hombres armados quienes pedían el pago de un rescate.

La mujer les reveló a los padres de Geovanni que el dueño del negocio había recibido advertencias: le habían prohibido que vendiera sus productos después de las ocho de la noche. Pero el hombre hizo caso omiso a la advertencia. Después de tres días, sobre el libramiento Tixtla-Chilpancingo, estaba la camioneta con los cuerpos sin vida de Alberto Cortés Salgado, de 29 años; Gustavo Cortés Salgado, de 35 años; Edwin Geovanni Guzmán Martínez, de 17 años; Eloy Cortés Alcaraz, de 60 años; Alfredo y Adir Alarcón Bello, de 35 años; Wilberth Cortés Salgado, de 26; Andrés Nava Romero, de 37; Ángel Sacristán Castro, de 18, y Esteban Nava Adame, de 69.

Geovanni Guzmán apenas llevaba 15 días trabajando repartiendo productos Coca-Cola; ganó 2 mil pesos. Quería renunciar para atender más su participación en un grupo de danza de tlacololeros y de chambelanes.

Después de la masacre de los repartidores de Coca-Cola la historia de terror no terminó. En la calle donde vivían los dueños de la tienda de los repartidores los vecinos pensaron que la familia huyó. Era lógico. Sin embargo, semanas después se supo que un grupo armado asesinó al resto de la familia. Los encontraron semienterrados en la misma casa.

La tienda continúa abierta, pero ningún vecino quiere dar detalles sobre las personas que ahora la atienden. En Guerrero, los comerciantes y empresarios están bajo el asedio de las bandas del crimen organizado: los hostigados, los extorsionados y los secuestrados. No importa el tamaño de la empresa, todas son objetivos del narco.

Acosan desde comerciantes de tianguis hasta a las multinacionales como Coca-Cola, Pepsi o Bimbo. En Chilpancingo, Acapulco, en Tierra Caliente, mantener las cortinas abiertas depende del crimen. Muchos comercios no han resistido y las han tenido que bajar.?

 LOS MATAN AL INTENTAR QUITAR UN NARCOCORRIDO

"El temor de ser taxistas existía por los constantes asesinatos que se estaban registrando en el gremio. Incluso, a veces dejamos de trabajar por las noches, pero jamás imaginamos que un día, cuando se convivía de manera familiar, el grave error fuera toparse con unos sujetos armados que mataron a un hermano y a dos sobrinos, uno de ellos apenas tenía 14 años", reprocha Clemente Velázquez Medellín, ex alcalde de la comunidad de Guadalupe.

Proveniente de una familia dedicada al taxi, hace 10 meses en cuestión de minutos perdió a tres de sus familiares: Francisco, Javier y el joven Valentín, hijo de su hermano Manuel Leonardo, único sobreviviente de ese ataque, quien quedó gravemente herido y estuvo una semana hospitalizado, lo que le impidió acudir al funeral de su pequeño, quien murió en el hospital cuando se le daba atención médica.

Clemente menciona que su hermano Leonardo vive con una bala en el cuerpo y camina con dificultad, puesto que ha perdido fuerza en sus piernas, aunque sin duda el mayor dolor que lo invade es la muerte de su hijo, de quien nunca pudo despedirse.

Menciona que ante la gran depresión por la que atraviesa la familia de su sobrino Javier, ha manifestado que no quiere seguir con la tradición de ser trabajador del volante. Su sobrino dejó huérfanos a tres niños. Clemente lamenta que Javier no haya podido conocer a su hijo más pequeño, porque cuando fue asesinado su esposa aún estaba embarazada.

Su hermano Francisco tenía 25 años de ser taxista y tenía tres hijos. Resume en una frase que simplemente todos sus familiares aún no se sobreponen: "Fue un duro golpe para toda la familia Velázquez".

Clemente recuerda que ese día sus hermanos no estaban en horario laboral, fueron a despejarse a jugar baloncesto y quisieron llegar a una cervecería, donde convivirían sanamente, pero "escogieron ir al lugar equivocado y encontrarse con los sujetos equivocados".

Menciona que a sus hermanos se les hizo fácil pedir que se quitara "la música de narcocorridos por música más del pueblo", cuando de pronto vieron que se molestaron unos hombres. Al ver que comenzaron a agredirlos y se quiso generar una trifulca, uno de sus familiares logró grabar con su celular los insultos, video que les permitió identificar a los culpables.

Los sujetos comenzaron a dispararles a quemarropa, incluso, menciona que el joven Valentín, al darse cuenta de la agresión, buscó escapar y refugiarse debajo del automóvil, pero uno de los agresores fue y le disparó hasta donde estaba escondido. Luego se dieron a la fuga.

"Todo esto nos ha marcado, pero duele más porque no hay avances en las investigaciones. No hay una conclusión, a pesar de que les hemos generado [a las autoridades] herramientas para que puedan detener [a los culpables] y liberar órdenes de aprehensión. Creo que para la autoridad todos los asesinatos sólo se ven como cifras. A la fecha no se ha impartido justicia porque los responsables siguen libres. Hoy, toda la familia dejamos de invertir y hemos perdido interés por mejorar el parque vehicular", afirma.

Clemente Velázquez tiene más de 38 años de pertenecer a este gremio, pero asegura que desde 2010 la actividad de taxista se ha vuelto vulnerable, porque en este lapso han ocurrido cerca de 40 asesinatos. Lamenta que la autoridad diga que estos homicidios dolosos están relacionados con el crimen organizado.

Menciona que hay otro tipo de estragos, porque se han dado muchos casos de gente proba, como el caso de un concesionario de la tercera edad, quien perdió todo su patrimonio al indemnizar a la familia de un chofer que nada tenía que ver con el crimen.

Comenta que ahora ese ex taxista sobrevive de lo que se gana embolsando en las tiendas departamentales. En su caso, destaca que desde hace años instaló el botón de pánico en todas sus unidades, lo que ha permitido que se hayan rescatado a tres de sus choferes, a quienes trataron de secuestrar.

Además, sus choferes no hacen viajes por las noches a zonas peligrosas, sin contar que hay una gran rotación de trabajadores del volante por esta situación.

Archivo

31

 MIL

Personas fueron asesinadas en 2017.

'Me voy a morir; mamá, les encargo a mi hijo'

Berenice, acostada en una cama de hospital, no soltaba la mano de su mamá. La apretaba con fuerza. "Le encargo a mi hijo, se lo encargo mucho", le decía la muchacha de 21 años a su madre María del Socorro.

La madre inclinó la cabeza y comenzó a rezar. Cerca de las 07:30 horas del 17 de septiembre de 2017, la mano de Berenice comenzó a perder fuerza. Tuvo un suspiro agitado y le soltó la mano a su madre.

María del Socorro, su esposo Carlos y Lupita, una prima de Berenice, están sentados en un cuarto lúgubre. En una mesa está una fotografía de Berenice, la hija más chica de María y Carlos: la muchacha alegre y servicial que gustaba de arreglarse; la madre soltera luchadora que soñaba con construir una casa para ella y su hijo de siete años. La vendedora de la mueblería El Gallito es una de las 3 mil 462 personas en México que, empleados en ventas o comerciantes, fueron asesinados en 2017.

Una noche antes, Berenice salió con un grupo de amigos a un baile en el fraccionamiento Pinabetes del municipio de Francisco I. Madero, una ciudad de 25 mil habitantes que es parte de la región de la Laguna. Lupita, su prima, cuenta que después del baile Berenice y sus amigos se fueron a una reunión en casa de uno de ellos. Ahí pasaron la noche y dos jóvenes llegaron a acoplarse, pero el dueño de la casa les pidió que se salieran.

Cuando la reunión se había terminado, Berenice se subió a una camioneta y esperó por el dueño de la casa, quien la llevaría de regreso a su domicilio; sin embargo, los dos hombres a los que les habían impedido el paso a la reunión entraron a la casa, golpearon al dueño, lo amagaron con un arma y le robaron pertenencias. Cuando salieron, miraron a Berenice arriba de la camioneta y también empezaron a darle de cachazos. Uno de ellos disparó una vez.

Berenice llegó al hospital General y avisaron a sus papás. Apenas vio a la madre, le dijo: "Me voy a morir, les encargo a mi hijo".

- ¿Qué te pasó?- le preguntaba la madre.

"Me duele mucho, mucho", respondió la muchacha. Nunca dijo qué había pasado.

Los médicos del hospital aseguraron a María y Carlos que su hija sólo tenía una herida punzocortante. Nunca pensaron que la herida era producto de una bala. La trataron como una herida superficial y mandaron a Carlos a comprar medicamento para el dolor.

Cuando el padre regresó, le inyectaron el medicamento para el dolor. "Mija, usted va a estar bien, ahorita sale", le decía el padre cuando ella le insistía que cuidara a su hijo. Minutos después, Berenice murió. "Ya murió, ya murió", decía María. "Mi hija está dormida, está dormida", balbuceaba Carlos.

Hablaron a enfermeras y médicos. Nadie les creyó. "Le hizo el medicamento. Sus nervios le hacen decir cosas", dijo la primera enfermera que la vio. Luego llegaron los médicos. Trataron de reanimarla pero María del Socorro les dijo que no, que su hija estaba muerta.

Fue hasta la necropsia que familia y médicos se enteraron que la herida no había sido producto de un cuchillo, sino de una bala. Se enteraron después que el proyectil había entrado en medio de dos costillas. Murió por un choque hipovolémico.

A la par del dolor por la muerte de Berenice, la familia ha recurrido a instancias judiciales en búsqueda de justicia. Actualmente hay giradas dos órdenes de aprehensión en contra de los presuntos responsables, pero los investigadores se limitan a decir: "Estamos esperando que cometan un error".

Carlos lamenta que a casi un año del asesinato de su hija no se investigue el caso como él quisiera. "Para la autoridad es un caso más. Una cifra. Les digo que se pongan en nuestro lugar, en nuestros zapatos", reclama. "Venga después" o "estamos trabajando", son frases que le aturden de tanto escucharlas.

A María del Socorro le gustaría no despertar de los sueños de cada noche. Pero para ambos, Carlos y María, Dios les ha dado fuerza para seguir adelante. Su nieto, que ahora es huérfano, los impulsa en la búsqueda de justicia. "Se debe pagar como es, que se haga justicia", pide la familia.

Cifras

Las personas de bajos ingresos fueron blanco de la delincuencia en 2017:

⇒ El año más violento del país por el número de asesinatos registrados: 31 mil 174, reporta el Inegi.

⇒ Por actividad, 4 mil 565 casos eran desempleados.

⇒ 4 mil 81, artesanos; 3 mil 462, comerciantes, empleados y agentes de venta.

⇒ 2 mil 863 realizaban actividades agrícolas, ganaderas, forestales, de caza y pesca.

⇒ y 2 mil 437, operadores de maquinaria industrial.

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