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Solidaridad Sísmica

El día de mañana se cumple un mes de la tragedia que sacudió a las audiencias y provocó múltiples reacciones de solidaridad. El movimiento geológico del 19 de septiembre que sacudió la corteza de la indiferencia masiva. Días antes sucedió otro sismo de terribles consecuencias para las poblaciones que lo sintieron, pero no pasó en la capital. La expresión: #FuerzaMéxico, fue el epicentro que desde la superficie digital indicaba la diversidad de energías, emisiones y reacciones provocadas por la tragedia.

¿Por qué una tragedia sísmica moviliza masivamente?, mientras que cien mil muertos y treinta mil desaparecidos no han podido sacudir de la misma manera a una población. Ninguna tragedia es más importante que otra. No hay, oficialmente, una escala para cuantificar el dolor y clasificarlo. Sin embargo, la catástrofe tiene dimensiones y efectos distintos. Cada tragedia genera menor o mayor daño a la sociedad. De allí la propuesta de preguntarnos por qué unas tragedias movilizan más que otras.

Información comercial centralizadora. Lo qué pasa en la Ciudad de México es la actualidad nacional. El resto no obtiene la misma atención. Uno de los orígenes de este tipo de coberturas mediáticas es la lógica de mercado. El segmento más homogéneo de consumidores de que información está en la capital del país. Los medios tradicionales y digitales concentran su interés en su sector más rentable. Así, se educa una mirada nacional proclive a ser muy sensible con lo relacionado en la Ciudad de México.

Interés selectivo por las víctimas. Es de sumo contrastaste cómo por un lado, se conocían detalles muy personales de los fallecidos en el sismo de hace un mes; y por otro, el anonimato en que se encuentran las víctimas de desaparición, forzada por el Estado o por particulares. De los primeros se puede ubicar hasta su equipo celular o lo que ha pasado con sus tarjetas bancarias; de los segundos, apenas se conocen algunos perfiles.

Los que superaron el cerco. No todos los sectores reaccionaron de la misma forma a los sismos. Algunos se organizaron para seleccionar comunidades de Oaxaca y Chiapas poco visibles en el escenario de la tragedia y que reciben poca ayuda. Se hicieron de los medios necesarios para asegurarse que la solidaridad fuera efectiva. Lo mismo sucede con colectivos que tiene ya más de una década organizados para la atención integral y constante a las víctimas de la violencia.

"Solidaridad con los buenos". Quizá colaborar con víctimas en un desastre natural, que no demanda el grado de denuncia y confrontación con Estado, sea más cómodo. La solidaridad con las víctimas inocentes es más espontánea y masiva. La solidaridad con las víctimas de la violencia social no es, hasta ahora, igual. Quizá porque no sean inocentes, "porque les pasó eso porque andaban metidos en algo".

¿Postsolidaridad? A partir de la reflexión de Ralph Keyes sobre el concepto de posverdad (The Post-truth Era, 2004), se puede afirmar que convocar a la solidaridad de una manera desproporcionada, inducida, y con fines de lucro político y económico, provoca detrimento en una población, porque puede generalizar la percepción de tendencias positivas, como lo es una "sociedad solidaria", ocultando otras realidades trágicas que reclaman ser atendidas.

Desde esa óptica, el peligro es concluir que se tiene una "sociedad solidaria" a partir de la reacción que se tuvo a un evento puntual y concreto, en las condiciones del fenómeno del mes pasado y en el contexto de violencia que se tiene hace más de una década.

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