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Pelvis en riesgo de inflamación

pelvisLa Enfermedad Inflamatoria Pélvica (EIP) es el resultado del cultivo de varios patógenos en la flora vaginal y el tracto genital femenino. Es causada por alguna infección de transmisión sexual que pasó de la vagina hasta el cérvix, y si no se trata de forma adecuada, propicia infertilidad en la mujer.

Se calcula que una de cada 15 mujeres presentará EIP a lo largo de su vida debido a que, en el ejercicio de su vida sexual, no utilizan métodos de protección como el condón femenino o masculino, que sirven como barrera ante el contacto con fluidos. Esta carencia de prevención favorece que cada vez sea más frecuente la presencia de esta patología.

Inquilinos permanentes

De acuerdo con José Roberto Silvestri, médico ginecólogo y obstetra, el síndrome de EIP se desarrolla debido una serie de infecciones, en su mayoría de transmisión sexual, como la clamidia, la gonorrea, el micoplasma genital y algunas otras provocadas por otro tipo de bacterias. El desarrollo de estas infecciones propicia la EIP cuando el tejido del endometrio crece fuera del útero y provoca inflamación en los ovarios y la cavidad pélvica.

La clamidia es una infección bacteriana común que se transmite durante el contacto sexual, por ello, puede infectar la vagina, el cuello del útero y el ano. En el caso de los hombres afecta el pene y la uretra. Las infecciones por gonorrea y la tricomoniasis son causadas por microorganismos que proliferan en la zona perianal debido a la humedad cálida que favorece la presencia del microorganismo.

Estos patógenos se diseminan de forma ascendente y propician malestar en el área pélvica. A veces, estas infecciones no provocan síntomas, por ello, si no se da tratamiento, la infección se desarrolla en un tiempo prolongado.

Silvestri, especialista en cirugía endoscópica ginecológica por el Instituto Nacional de Perinatologia, explicó a LetraeSe que el riesgo de desarrollar EIP es mayor en mujeres que tienen múltiples parejas sexuales y no usan condones, ya que el intercambio de fluidos propicia infecciones bacterianas.

De acuerdo con el especialista, esta enfermedad se observa con mayor frecuencia en mujeres en edad reproductiva, es decir, entre los 15 y los 40 años; sin embargo, se puede presentar en cualquier momento de la vida, incluso en aquellas mujeres que no hayan tenido relaciones sexuales pero que sí estén expuestas a ciertas bacterias.

Signos de alerta

Quienes presentan EIP pueden experimentar flujo vaginal leve o abundante, que puede ser blanco, verdoso, grisáceo y fétido; también pueden presentar dolor pélvico o en la parte baja del abdomen y en la región lumbar.

En algunas ocasiones se presenta fiebre, cansancio, dolor al orinar, sangrado inusual o pérdida del periodo menstrual y relaciones sexuales dolorosas; sin embargo, algunas mujeres no tienen sintomatología aparente.

El primer cuadro de EIP implica 15 por ciento de posibilidad de causar infertilidad si no se trata de forma adecuada; en un segundo evento se incrementa el riesgo hasta 40 por ciento y en un tercer evento hasta 90 por ciento. De ahí la importancia de tratar la enfermedad de forma oportuna y adecuada.

Los cuadros graves de EIP incluyen la dilatación de las trompas de Falopio, que se obstruyen ante la presencia de bacterias que circulan desde la vagina hacia el ovario y provocan en éste una acumulación de pus que, si se expande, puede llegar al abdomen y causar peritonitis. Este absceso, llamado absceso tubo-ovárico, provoca periodos menstruales abundantes, secreción vaginal y dolor en abdomen o pelvis que se incrementa con la actividad o durante las relaciones sexuales.

Este padecimiento es de difícil diagnóstico porque puede confundirse con otras enfermedades como infecciones en vías urinarias, colitis o infecciones intestinales.

Las pacientes con EIP deben hacerse un examen que permita conocer cuáles son las bacterias causantes de la infección, con la finalidad de recibir un antibiótico adecuado.

De acuerdo con el Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia, se debe hospitalizar a una paciente con esta afección pues requiere la combinación de antibióticos intravenosos específicos y una cirugía ambulatoria (más aún si existe un absceso tubo-ovárico), además de suministrarle otros medicamentos orales.

El condón es la mejor protección

Para reducir el riesgo de EIP se deben practicar relaciones sexuales protegidas con condones para evitar infecciones tanto bacterianas como virales.

Los exámenes de clamidia y gonorrea son indispensables para detectar la presencia de estos patógenos. Se recomienda hacerlos por lo menos una vez al año, sobre todo si se tienen prácticas sexuales de riesgo.

Ante el primer síntoma de infección, es necesario recurrir al especialista que pueda prescribir un tratamiento adecuado y oportuno.

*Publicado en el número 243 del suplemento Letra S del periódico La Jornada

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