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Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos

Donald Trump es el nuevo presidente de Estados Unidos

Contra todos los pronósticos, el magnate neoyorquino sucederá a Barack Obama en la Casa Blanca. El control republicano del Senado y de la Cámara de Representantes le ayudará a sacar adelante sus propuestas.

El republicano Donald J. Trump ganó la carrera a la Casa Blanca y desmintió a todos los pronósticos que auguraban una victoria de su rival demócrata. Su discurso de cambio fue más importante para millones de votantes que sus insultos a mexicanos, sus palabras contra los musulmanes o las acusaciones de acoso sexual que pesan contra él.

Empujado por el apoyo de los hombres, las personas mayores y los votantes blancos sin estudios, el candidato batió a Hillary Clinton y a la poderosa maquinaria demócrata, que movilizó a dos presidentes y a una primera dama para evitar que el republicano llegara al poder.

Con la mayoría republicana en el Senado y en la Cámara de Representantes, Trump acabará con el bloqueo legislativo del Capitolio, lo que le permitirá sacar adelante sus propuestas y cubrir la vacante en el Supremo con un juez conservador.

Su promesa de construir un muro y de deportar a todos los indocumentados tendrá un impacto en millones de familias. Su intención de renegociar los acuerdos comerciales, su retórica aislacionista y su nula experiencia de gobierno dibujan un paisaje muy incierto que hizo desplomarse al dólar y asustó a los inversores de Wall Street.

Los políticos, los historiadores y los periodistas se mofaron de Trump cuando lanzó su candidatura a la Casa Blanca en junio de 2015. Había amagado tantas veces que muchos creyeron que no tendría ninguna opción. Pero su discurso populista y su perfil de empresario de éxito atrajeron la atención de millones de votantes blancos sin estudios, que lo percibieron como un outsider llamado a acabar con la parálisis y con la corrupción.

Trump venció a 16 rivales durante las primarias, explotó los problemas judiciales de su adversaria y se sobrepuso a los escándalos que han sacudido su campaña. Pero no habría ganado si no hubiera convencido a millones de votantes que vieron en él a la persona adecuada para transformar el país.

El magnate neoyorquino será el primer candidato que llega a la Casa Blanca sin haber sido elegido antes para ningún otro cargo público desde 1952. La mayoría de los votantes lo percibieron como un agente de cambio capaz de romper el bloqueo legislativo que reina Washington desde hace años, pese a los episodios en los que demostró su desconocimiento de aspectos básicos de la economía o la política exterior.

El empresario ganó contra el criterio de la mayoría de los expertos, que auguraban que lo derrotaría una coalición similar a la que dio el triunfo a Obama en 2008 y 2012. La tasa de desempleo está por debajo del 5% y la pobreza se redujo en 2015 más que en cualquier otro año desde hace tres décadas. Pero la popularidad del Congreso ronda el 20% y la Gran Recesión ha acentuado la desigualdad.

Los habitantes de ciudades pequeñas en Pennsylvania o en Wisconsin han sufrido durante años el olvido de los políticos y el impacto de los acuerdos comerciales. La epidemia de la heroína se ha cobrado las vidas de los jóvenes de sus comunidades y sus hijos no encuentran empleo o cobran sueldos muy bajos sirviendo comidas después de ir a la universidad.

La clase obrera blanca que encumbró a Bill Clinton hace tres décadas apartó de la Casa Blanca a su esposa, cuya campaña ha sufrido por la investigación del FBI sobre sus correos electrónicos y por las malas prácticas de su fundación. La campaña amplificó sus defectos y sembró dudas sobre su salud, pero ganó los tres debates y demostró ser una candidata mucho más preparada que su rival.

Los congresistas republicanos deben administrar ahora una amarga victoria que les obligará a gobernar con un presidente con cuya campaña muchos intentaron acabar.

La Constitución establece que el Congreso tiene el poder para legislar en asuntos domésticos, pero el presidente tiene una autoridad casi ilimitada en asuntos de defensa y política exterior. Como recordó su adversaria este domingo, el presidente es el único con la autoridad necesaria para lanzar un ataque nuclear. Esa orden se ejecuta en apenas cuatro minutos y ni siquiera los generales la pueden frenar.

Univision