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Papa llama a liberarse de fundamentalismos

 Francisco instó hoy a decenas de líderes religiosos del mundo a liberarse de las “pesadas cargas” de la desconfianza, los fundamentalismos y el odio para luchar contra la “gran enfermedad de nuestro tiempo”: la indiferencia.
La tarde de este martes el Papa encabezó la ceremonia de clausura de un encuentro interreligioso por la paz en la céntrica ciudad italiana de Asís, a 30 años de la primera reunión convocada por Juan Pablo II.

“No podemos permanecer indiferentes. Hoy el mundo tiene una ardiente sed de paz. En muchos países se sufre por las guerras, con frecuencia olvidadas, pero que son siempre causa de sufrimiento y de pobreza”, dijo ante más de 10 mil personas reunidas en la explanada exterior de la basílica donde reposan los restos de San Francisco.

“Pienso en las familias, cuyas vidas han sido alteradas; en los niños, que en su vida sólo han conocido la violencia; en los ancianos, obligados a abandonar sus tierras: todos ellos tienen una gran sed de paz. No queremos que estas tragedias caigan en el olvido”, agregó.

La jornada del pontífice comenzó muy temprano esta mañana, con el viaje en helicóptero desde el Vaticano hasta Asís. Una vez allí, el Papa se dirigió hasta el sagrado convento, donde lo esperaban más de 500 representantes de nueve religiones distintas.

En el patio interno del histórico edificio saludó uno por uno a los delegados y después compartió la mesa con todos ellos.

Francisco destacó la presencia del patriarca ortodoxo Bartolomé I, el primado anglicano Justin Welby, el vicepresidente de la universidad musulmana de Al-Azhar, Abbas Shuman; el rabino David Rosen y la presidente de los judíos de Roma, Ruth Dureghello.

Con ellos almorzó un grupo de 25 refugiados de diversos países, quienes contaron a los comensales sus experiencias de migración, dolor y muerte. Por la tarde, los representantes de las diversas religiones tuvieron momentos de oración, cada cual por separado.

Al final todos se sumaron a una ceremonia conclusiva, que contó con el testimonio de Tamar Mikalli, una mujer que vivió la guerra en Alepo hasta que no pudo más y se vio obligada a huir de Siria con su familia.

Luego tomó la palabra el Papa, quien advirtió contra la “enfermedad” de la indiferencia, un “virus que paraliza”, que “vuelve inertes e insensibles”, que ataca el centro mismo de la religiosidad causando un nuevo y triste fenómeno: el “paganismo de la indiferencia”.

“Juntos deseamos dar voz a los que sufren, a los que no tienen voz y no son escuchados. Ellos saben bien, a menudo mejor que los poderosos, que no hay futuro en la guerra y que la violencia de las armas destruye la alegría de la vida”, dijo Jorge Mario Bergoglio.

“Nosotros no tenemos armas. Pero creemos en la fuerza mansa y humilde de la oración. La paz que invocamos desde Asís no es una simple protesta contra la guerra, ni siquiera el resultado de negociaciones, compromisos políticos o acuerdos económicos, sino resultado de la oración”, puntualizó.

Reconoció que todas las tradiciones religiosas son distintas, pero las diferencias no son motivo de conflicto y polémica, porque nadie reza “contra los otros”, como “por desgracia ha sucedido algunas veces en la historia”.

Advirtió que quien utiliza la religión para fomentar la violencia contradice su inspiración más auténtica y profunda, e insistió que nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. “¡Sólo la paz es santa y no la guerra!”, ponderó.

El pontífice instó a superar la lógica del conflicto y rechazar actitudes rebeldes que sólo saben protestar o enfadarse, al tiempo que pidió colaborar por una paz verdadera y no ilusoria.

Criticó el “cinismo de quien se lava las manos cuando los problemas no son suyos” y ante “el enfoque virtual de quien juzga todo y a todos desde el teclado de un ordenador, sin abrir los ojos a las necesidades de los hermanos, ni ensuciarse las manos para ayudar a quien tiene necesidad”.

“Nuestro futuro es el de vivir juntos. Por eso, estamos llamados a liberarnos de las pesadas cargas de la desconfianza, de los fundamentalismos y del odio. Que los creyentes sean artesanos de paz invocando a Dios y trabajando por los hombres”, aseveró.

Inmediatamente después se leyó una declaración conjunta por la paz cuyo texto fue entregado a 34 niños de 11 países distintos. Todos los líderes firmaron, y pasaron uno a uno a encender unas velas.

 

Pulso Político On Line/ Notimex/ Foto:  Internet