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Balance químico: las hormonas

Rocío Sánchez

Homeostasis: es el equilibrio en un medio interno. El ejemplo más claro de este concepto es el organismo humano. Cada célula del cuerpo necesita un medio estable para desarrollarse, por eso, el equilibrio es uno de los principales objetivos de autorregulación en este organismo. Una de las vías para conseguirlo es utilizar el sistema nervioso, por ejemplo, cuando dicho sistema detecta una presión arterial alta y envía las señales necesarias para modificar la contracción de los vasos sanguíneos y así regresar a la presión normal. La otra vía es una que funciona a base de químicos: el sistema hormonal o endocrino, como en el caso de que se altere la concentración de glucosa en la sangre.

Por lo general, cuando se habla de hormonas se piensa de inmediato en las sexuales, aquellas que determinan los cambios en la pubertad o intervienen en la regulación del ciclo menstrual femenino. Sin embargo, existen muchas otras hormonas que no sólo intervienen, sino que regulan gran parte de las funciones normales del cuerpo.

El control maestro del cuerpo

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Ilustración: Luis Alberto Mejía Montaño

La definición de hormonas más conocida es que son mensajeros químicos. Es decir, existe una glándula que secreta la hormona, que no es sino un químico derivado de aminoácidos, y el objetivo de esa hormona es actuar sobre un órgano diferente del que la produce, para lo cual tiene que “viajar” por el cuerpo para llegar hasta su órgano blanco.

Sin embargo, el estudio de las hormonas todavía está –como muchas de ellas– en constante movimiento. En los últimos años se ha descubierto que las hormonas “no necesariamente tienen que salir al torrente sanguíneo para ejercer una acción específica; también pueden actuar sobre sí mismas o sobre células contiguas a ellas”, explicó la doctora Nitzia López Juárez, de la Sociedad Mexicana de Nutrición y Endocrinología (SMNE), en entrevista con LetraeSe.

Y es que el estudio de estos químicos producidos por el cuerpo nació apenas con el siglo XX. La primera vez que se identificó una hormona fue en 1901 y lo hizo el bioquímico Jokichi Takamine, quien logró aislar y cristalizar en forma pura un químico producido en las glándulas suprarrenales: la adrenalina.

Actualmente se conoce la forma de actuación de la mayoría de las hormonas, precisa en entrevista el doctor Sergio Hernández Jiménez, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” (INCMN). Sin embargo, prosigue, “es muy interesante ver todas las investigaciones relacionadas no sólo con cómo actúan las hormonas, sino con todos los procesos y funciones en las que se involucran”.

Como ejemplo está el caso de la llamada vitamina D, que es más bien una hormona producida esencialmente en el cuerpo humano y obtenida en un muy bajo porcentaje de los alimentos. Se sabía que la vitamina D tiene mucha influencia en el mantenimiento de la estructura y la densidad de los huesos, pero en recientes investigaciones, comentó Hernández Jiménez, se ha observado que existen también sitios de acción de esta “vitamina” sobre músculo –incluso en músculo cardiaco–, por lo que pueden registrarse ciertos síntomas cuando hay deficiencia de esta hormona.

Posiciones estratégicas

El sistema endocrino realiza importantes funciones en el organismo. Regula el crecimiento y el desarrollo, el estado de ánimo, el metabolismo, el mecanismo de vigilia y sueño, las funciones sexuales y reproductivas y muchos otros procesos.

Está conformado por un conjunto de glándulas que se ubican principalmente en la cabeza y unas más en el torso.

En el cráneo se pueden encontrar: El hipotálamo, principal nexo entre los sistemas endocrino y nervioso, el cual controla el funcionamiento de la hipófisis. La hipófisis, que secreta importantes hormonas, como la hormona del crecimiento, la prolactina, las endorfinas y la oxitocina, además de enviar las órdenes para que los órganos reproductores fabriquen las hormonas sexuales. La tiroides, cuyas hormonas controlan el ritmo con el que las células procesan los alimentos y producen energía (lo que comúnmente se conoce como metabolismo), además de tener un papel fundamental en el desarrollo de huesos, cerebro y sistema nervioso durante la niñez. La paratiroides, que regula la concentración de calcio en la sangre. La glándula pineal, la cual secreta la melatonina, una hormona esencial para regular el ciclo de sueño y vigilia.

En el tronco del cuerpo se ubican: Las glándulas suprarrenales, que como su nombre lo indica, están situadas sobre los riñones y producen las hormonas llamadas corticoesteroides, que regulan el equilibrio entre sales minerales y agua en el cuerpo, la respuesta al estrés, el metabolismo, el sistema inmunitario y las funciones sexuales, además de producir la adrenalina (o norepinefrina) y otras catecolaminas, que son indicadores del estrés físico o emocional. Las glándulas sexuales o gónadas –ovarios o testículos–, donde se producen estrógenos, progesterona y testosterona.

Fuera del conjunto de glándulas, existen otros órganos como el cerebro, el corazón, los pulmones, los riñones, el hígado y la piel que también producen hormonas. El ejemplo por excelencia es el páncreas, que forma parte del sistema digestivo pero también del sistema de secreción hormonal al producir la insulina, la hormona que ayuda a que el azúcar consumida por una persona entre a sus células y pueda ser convertida en energía.

Sumas y restas que alteran la ecuación

“Tenía mucho sueño durante todo el día y estaba subiendo mucho de peso, pero pensé que todo era por la menopausia”, cuenta Gabriela, quien comenzó con los síntomas del final de la menstruación de manera prematura, a los 36 años. Desde ese momento y durante mucho tiempo, las hormonas fueron un tema recurrente y se acostumbró a vivir con malestares que su ginecólogo luchaba por controlar.

Ya cerca de cumplir 50 años, la terapia de sustitución hormonal (que suele suministrarse a las mujeres para aminorar el impacto de los cambios en sus ovarios) le produjo dolores fuertes de cabeza que antes no había padecido. Con esas jaquecas, intenso cansancio, aumento de peso y de grasas en su sangre, Gabriela decidió visitar a un endocrinólogo, pues alguna de sus amigas había pasado por un caso similar.

Ahí descubrió que sí, había efectos en su cuerpo por la menopausia, pero lo que en el fondo estaba fallando era su tiroides, que “trabajaba menos” de lo normal. El endocrinólogo le recetó un tratamiento para controlar las hormonas secretadas por esta glándula, pero “no fue fácil que le atinara a la dosis; hubo un tiempo en que me dio un insomnio horrible y otra época en la que subí otra vez de peso”. Hoy al fin, a sus 57, su metabolismo parece haberse estabilizado.

En México, las enfermedades más comunes relacionadas con hormonas son el hipotiroidismo (bajo funcionamiento de la glándula tiroides) y la diabetes (principalmente la de tipo 2, que es adquirida y no autoinmune).

En el primer caso, según comenta la doctora Nitzia López, una de las consultas de endocrinología más frecuentes es el hipotiroidismo subclínico. Consiste en una ligera disminución de la función de la tiroides, lo cual se refleja en un incremento ligero de la concentración de la hormona TSH, lo cual habitualmente no da síntomas. “Entonces, ¿cómo nos damos cuenta de que hay un problema, si no hay síntomas? Bueno, el problema se encuentra porque se busca”, explica.

Y una vez que se ha detectado un problema de este tipo, se puede encontrar que está relacionado con niveles altos de grasas (colesterol y triglicéridos) en la sangre que no se controlan con los tratamientos habituales, “en esos casos se puede sospechar de una enfermedad tiroidea”. Si se da tratamiento para esta glándula, la enfermedad secundaria puede mejorar. “Es lo mismo para el caso de una mujer que no se puede embarazar; a veces, dar tratamiento para la tiroides puede mejorar un poco el pronóstico”, afirma López Juárez, quien actualmente es integrante del Capítulo de Endocrinología y Reproducción de la SMNE.

Para el caso de la diabetes, cabe recordar que es la primera causa de alteración endocrina en el país. Por eso, el INCMN ha conformado el Centro de Atención Integral del Paciente con Diabetes, que el doctor Sergio Hernández Jiménez coordina. Aun cuando gran parte de la población sabe lo que es la diabetes, tiene familiares afectados, sabe que por herencia podría desarrollarla y sabe que la mexicana es una población de alto riesgo, no se previene ni atiende como debiera.

“Debemos tener una cultura en salud”, asevera Hernández Jiménez. “Hay mucha gente que aunque tenga los síntomas claros que también tuvieron sus familiares, para no conocer el diagnóstico mejor no va al médico. Es muy frecuente que digan ‘no quiero hacerme estudios para no saber que tengo diabetes’. El problema es que cuando se presentan los síntomas ya hay mucho deterioro en el organismo”.

El doctor Hernández agrega que la cultura de la prevención implica poner atención en los cambios en el organismo, pues acostumbramos a dejarlos pasar por mucho tiempo. “Si tengo un síntoma durante más de una semana, algo no está bien y tengo que tratarme”, afirma. “Esto es algo que sí debemos cambiar porque hay muchos padecimientos que se llevan por mucho tiempo y no se diagnostican”.

Manejo delicado

Consultados específicamente sobre los riesgos de utilizar hormonas sin supervisión médica, como en el caso de las personas transexuales, aquellas dedicadas al fisicoculturismo o incluso quienes quieren bajar rápidamente de peso, los especialistas señalaron que, como todo medicamento, las hormonas deben ser recetadas por un médico.

“Las hormonas se tienen que administrar cuando se demuestra objetivamente, esto es, con los síntomas, la revisión médica y los exámenes de laboratorio, que falta esa hormona”, subraya el doctor Sergio Hernández. “De hecho, el tratamiento hormonal en su mayor parte es sustitución de algo que nos falta. Cuando se agrega algo que ya tenemos es cuando empieza a haber un desequilibrio y empiezan a aparecer otras alteraciones”.

Paradójicamente, los pasos para cuidar de un sistema tan complejo como el endocrino son muy sencillos: comer nutritivamente, hacer ejercicio y dormir bien. En esos simples puntos coinciden los especialistas.

*Publicado en el número 242 del suplemento Letra S del periódico La Jornada

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