¡Ah, los impuestos!
Este debate es inacabable. Los die-hard keynesianos insisten en que son "el único mecanismo para redistribuir la riqueza". A ver, analicemos el punto.
Lo que hace el fisco al imponer tributos por la fuerza es exactamente lo contrario a distribuir: CONCENTRA la riqueza. El fisco es una aspiradora, no un ventilador. Equivocar los usos de un aparato dado conlleva siempre riesgos.
Después, solo después de concentrarla, se supone que va a repartirla más o menos equitativamente entre la población (sueldos a burócratas, soldados, policías, médicos, maestros, etcétera) y servicios a la población en general (de justicia, urbanos, de seguridad, de educación, de infraestructura, etcétera).
Muy loable propósito. ¿Pero lo cumple siempre El Estado? (Así, en plural mayestático.) No, no lo cumple nunca. Nunca como en jamás, ni en sueños, no me hagas reír que me duele la herida de la colecistectomía.
Una parte de esa riqueza CONCENTRADA efectivamente se invierte o se gasta después en los fines aprobados por el Congreso.
Pero es tan solo una parte. Una buena tajada se pierde en vericuetos no presupuestados, usos oscuros, con frecuencia abusivos y a veces de plano ilegales: robos, peculados, desperdicios sin fin y "servicio" a una deuda interna y externa nunca transparente y con demasiada frecuencia delictiva. Ahí están los ejemplos señeros de las mil y una corruptelas que se descubren a diario, además del megafraude Tesobonos-Fobaproa, para quitarnos cualquier ilusión al respecto.
El que parte y recomparte, se queda siempre con la mejor parte
Podemos discutir al infinito sobre el grado en que esos nobles propósitos de Estado se cumplen, pero lo que está fuera de toda duda es que los impuestos son un mecanismo para CONCENTRAR la riqueza. Luego vemos qué se hace con esa riqueza concentrada.
Y la verdad de lo que se ha hecho en estos últimos tiempos, y cada vez más, no es redistribuirla hacia abajo (como reza el pío catecismo marxista-keynesiano) sino concentrarla aún más y más hacia arriba.
Justamente a esa hipersalvaje e inédita CONCENTRACIÓN forzada (y no a "la avaricia desbocada de los capitalistas") se debe la brutal y creciente separación entre los muchos que tienen poco y los pocos que tienen mucho. ¡Y los inocentes keynesianos insisten en que lo mejor que puede hacerse con una receta que no funciona es redoblar las dosis! Cositas...
Ni modo, hay maderas que nomás no agarran el barniz; y el tejido cerebral de los keynesianos está fabricado con esas fibras.
Put the internet to work for you.
