Marshawn Lynch y la legendaria Bestia dicen adiós a la NFL
Marshawn Lynch es un tipo de pocas palabras. Siempre intentó evitar los reflectores; y en lugar de salir a dar una rueda de prensa para anunciar su retiro, prefirió publicar, en Twitter, una imagen de sus tenis de juego colgados; símbolo inequívoco de su adiós.
Llegó a la NFL en 2007, con la reputación de un corredor fuerte, pero fue hasta 2011 cuando el Modo Bestia se encendió al máximo. En su primer juego de playoffs, contra los Saints, logró un impresionante acarreo anotador de 67 yardas: rompió nueve tackleadas y azotó al esquinero Tracy Porter con un movimiento de su mano derecha.
La reacción de los fans en el estadio de Seattle fue tal, que se registró en el sismógrafo de la ciudad, a unos metros del inmueble.
Desde 2011, la Bestia registró cinco mil 774 yardas terrestres, sólo superado por LeSean McCoy (5,970) y Adrian Peterson (5,893); en el mismo lapso, líderó la NFL con 25 partidos de al menos 100 yardas.
Ninguna defensa fue capaz de frenarlo por completo; las lesiones sí. En 2015 se perdió nueve duelos y apenas registró 417 yardas, la cifra más baja de su carrera.
En total, con Buffalo y Seattle acumuló nueve mil 112 yardas por tierra y 74 anotaciones, que lo dejan en el lugar 36 de todos los tiempos. Pero también lució en postemporada, con las 937 yardas que lo ponen en el octavo sitio histórico.
Lynch fue pieza clave en el esquema de Pete Carroll, quien llegó a Seattle para convertir a los Seahawks en contendientes y darles el primer título de Super Bowl de su historia, del cual Beast Mode también fue partícipe.
Marshawn debe estar entre los cinco corredores más feroces que ha tenido la NFL y, aunque no lo veremos más, su legado saltará en el recuerdo cada que surja otro jugador al que le guste desatar su furia y castigar a las defensivas rivales, como si se tratara de una Bestia endemoniada corriendo con un ovoide.
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