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Los humanos desaparecerían 4 años después de la extinción de las abejas



No es ningún secreto que el ser humano está dejando una huella demasiado negativa en el planeta: ríos y mares contaminados, polución en el aire, extinción de flora y fauna... Ahora los expertos alertan de otro peligro más: el fin de las abejas.

No se encuentran sus cadáveres pero se sabe que la población de abejas está desapareciendo a un ritmo demasiado alarmante. Desde hace varios años, millones de estos insectos están muriendo por todo el planeta y nadie sabe explicar las causas exactas.

En 2007 se conoció el dato de que más de millón y medio de colmenas habían desaparecido en Estados Unidos. Es decir, más del 60% de la población total.

Pero lo mismo sucede en otras partes del planeta. Las abejas abandonan las colmenas para nunca regresar. Unas veces son víctimas de extraños patógenos que diezman la población (India, Reino Unido, Canadá), otras de la acción del hombre, como ha sucedido con las abejas de Irak, que han desaparecido casi en su totalidad tras la guerra como consecuencia de los efectos tóxicos.

¿Y qué efecto puede tener la desaparición de la abeja sobre la especie humana? Como dijo Albert Einstein, "si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida".

El físico alemán basa su afirmación en que sin abejas no habría polinización, ni hierba, ni animales... ni hombres. Y es que el 80% de las especies vegetales necesitan de las abejas para ser fecundadas. Es lo que se ha llamado el "síndrome del colapso" o "colony collapse disorder".

Y, si no hay polinización ni plantas fecundadas no solamente nos quedaremos sin miel, sino también sin gran parte de los cultivos que alimentan a la humanidad. Es decir, que sin abejas no habría ni verduras ni frutas. O al menos es lo que afirma la comunidad científica.



Joe Cummins, profesor en la Universidad de Ontario, culpa a los hongos parásitos usados en la lucha biológica y a determinados pesticidas de la destrucción de las abejas. Sin embargo otros científicos también atribuyen cierta culpa al calentamiento global.

El problema es que cada día que pasa existe menos diversidad de plantas, lo que lógicamente afecta a las abejas. Por tanto una disminución de la población de abejas no solamente perjudicaría a la polinización, sino que también una destrucción de la diversidad afectaría a las abejas.

Los gobiernos, que prevén pérdidas millonarias, han comenzado a actuar. Mientras el británico y el estadounidense se están centrando en descubrir qué es lo que mata a las abejas, el ejecutivo francés está sembrando todas las flores que puede en un intento de detener la desaparición de las abejas.