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China desafía a EU en carrera armamentista

BEIJING.- A diferencia de los productos que la industria militar china fabricaba en los años 80, los cuales no se caracterizaban por ser de buena calidad o de alta tecnología, ahora, el gigante asiático ha elevado su apuesta y se ha convertido en una importante competencia para Estados Unidos.

En los últimos diez años, China se ha superado gracias a la producción de naves y armamento de alta tecnología, como el J-31, el único caza con tecnología antirradar fabricado fuera de Estados Unidos.

Aunque es considerable el secretismo que rodea las fábricas chinas, según estimaciones del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), las exportaciones de esta industria nacional se triplicaron en la última década y entre 2006 y 2010 se convirtió en el principal suministrador de ventas en África Subsahariana.

La mayoría de los expertos occidentales están convencidos de que la capacidad de China sigue estando muy por detrás de la de Estados Unidos, aunque creen que se tiende hacia la convergencia.

Oficialmente, China es el segundo País con mayor gasto en Defensa del mundo. No obstante, aunque los datos fluctúan entre los 102 mil millones de dólares que declaró Beijing en 2011 y los 180 mil millones que estiman informes extranjeros, la cantidad aún es menor al gasto del Pentágono en el mismo año, alrededor de 614 mil millones.

Además, en cuanto a la inversión en investigación, buena parte del presupuesto estadounidense se destina a ese rubro, mientras que el gigante asiático usa 50% de los fondos para mantener a su numeroso Ejército.

El boom de la industria militar en China se dio en un principio para hacer frente al embargo impuesto por las potencias occidentales tras la masacre de Tiananmen en 1989. Entonces, el País se decidió a dar el "gran salto adelante" armamentista.

"Se decidió que producir nuestras propias armas era algo totalmente imprescindible", explicó a Reforma Wu Ge, un analista militar afincado en Beijing.

El siguiente paso, comenta el experto, fue producir modelos inspirados en el arsenal ruso que tenían, por lo que ingenieros militares comenzaron a desmontar fusiles, tanques y submarinos para aprender sobre su funcionamiento.

La inversión pronto rindió frutos y, aunque China sigue siendo uno de los mayores importadores de armas del planeta, hace años que abandonó el primer puesto. De 2007 a 2011 se redujeron en 58% las compras.

"En realidad, ahora ya sólo se importa tecnología de punta, piezas clave y cosas puntuales, aunque muy caras. Yo creo que, si todo sigue así, la industria de armas china no tardará en converger con la rusa", añade Wu.

Aunque los datos sobre los compradores están bajo la más absoluta confidencialidad, informes aseguran que, entre sus clientes, se encuentran los Ejércitos de Pakistán, Laos, Bangladesh, Sri Lanka, Arabia Saudí, Egipto, Zimbabwe y Venezuela.

Asimismo, en los últimos años, inspecciones de la ONU han encontrado armas y municiones chinas en países como República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Sudán y Somalia, donde se han cometido crímenes masivos.

"Una parte importante (de las armas) se está vendiendo a países a los que las empresas occidentales no pueden acceder por las sanciones impuestas", admite Wu.

El próximo salto que Beijing pretende dar es aumentar su capacidad tecnológica y de innovación abriendo poco a poco la mano a la inversión privada para hacer la industria más competitiva, algo complicado ya que muchos componentes todavía tienen piezas rusas u occidentales, lo que no es reconocido por orgullo nacional, según el experto.(reforma)