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GUERRERO, UN ESTADO FRUSTRADO

Por Jorge Luís Falcón Arévalo.

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos,  de los deshonestos, de los sin ética.  Lo que más preocupa es el  silencio de los buenos”.   -Martín Luther King-

En México, la asignación del gasto del gobierno enfrenta graves problemas. Su destino no se centra en actividades con un claro beneficio social neto y la tendencia recurrente de los grupos de presión por aumentar el gasto público en ámbitos no esenciales ha incrementado de manera notoria el tamaño del Estado.
Históricamente, la mayor parte del gasto público se ha destinado a transferencias y actividades empresariales, como la producción de energéticos, la administración de escuelas, hospitales, e instituciones financieras así como a fomentar actividades de naturaleza privada, como el turismo, la pequeña y mediana empresas, entre otras.
Detrás de la extensa y compleja estructura del sector público en México subyace una enorme burocracia, con un alto costo por sus servicios.
La administración gubernamental de Carlos Zeferino Torreblanca Galindo, es y ha sido una estructura inequívoca en todos sus planteamientos administrativos y erráticos planes de inversión con nula creación de fuentes de empleo. La realidad nos la demuestra la cruda verdad que vive y enfrenta el guerrerense, huyendo de la miseria de los hombres que “conducen” las políticas públicas. El continuar con el alto dinamismo en las erogaciones por servicios personales de una enorme y ociosa burocracia tiene por lo menos dos implicaciones. A corto plazo limita la efectividad de la política fiscal y a largo plazo pone en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas.
A largo plazo, el considerable tamaño de la burocracia y el incremento en sus remuneraciones y prestaciones genera presiones crecientes en contra de la estabilidad de las finanzas públicas. Esto se ejemplifica mejor analizando la situación financiera del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores al Servicio del Estado (ISSSTE) y la evolución posible de las pensiones para los trabajadores del sector público; entre ellos, su propia base burocrática jubilada.
El Estado crea condiciones para el desarrollo cuando su marco institucional protege la libertad económica y los derechos de propiedad de las personas. Ello genera incentivos adecuados para la innovación tecnológica, la acumulación de capital y el incremento en la producción y en el empleo. Lo contrario ocurre cuando existe una sobrerregulación o bien cuando no se respeta el estado de derecho; y el gobierno Zeferinista, por principio de ética ni a ellos mismos respetan.
Si de pobreza se habla en África, Guerrero, tiene su “emporio”, bien estructurado éste por las políticas primitivas, arcaicas y caducas de gobierno priístas, basados en la barbarie y el envilecimiento de no pensar con visión de calidad, ni humana.