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¿Tenemos en México políticos de calidad?

por: Jorge Luis Falcón Arévalo
De qué sirve que se “empapen” en la Universidad de tantas teorías y grandes proyectos de desarrollo y calidad de vida. Estudiar a conciencia a los pensadores de las conjeturas políticas y sociales; como es Sócrates, Platón, Aristóteles, Marx, Engels, Maquiavelo, Hegel, Lévi-Strauss, Althusser, Grammsi, Heidegger, Deleuze, Badiou, Lyotard, Derrida, Budrillard, etc., ¿Para qué, por qué y de qué sirve? Literalmente las juventudes se “maten estudiando, no para ser un cadáver culto, sino para servir a la humanidad”.
 
Allí en esas aulas profesionales enseñan que un buen político es aquel que tiene en su accionar continuo una conducta recta; esto es aquel que concibe la política ligada indisolublemente con la moral y con la ética, aquel que tiene internalizado que el fin de la política no es el poder sino que el bien común, y que el poder no es más que un medio para servir, para construir una vida de calidad más plena y sostenible para las personas, y para enrumbar a la sociedad hacia estadios de desarrollo siempre más elevados inherentes con la dignidad humana.
 
En términos desagregados, un buen político es aquel que ha abolido de su ideario la fatídica sentencia que "el fin justifica los medios…" Es aquel que compite consigo mismo porque se reconoce perfectible y trata de ser una mejor persona, un mejor ciudadano. Es aquel que practica permanentemente la más sincera autocrítica, que hace del examen de conciencia un indeleble hábito de vida con la perspectiva de ser más íntegros, más decente, más sensible con el dolor humano, más compasivos, mejores servidores.
 
El político de hoy es el intermediario entre el comercio internacional y la compra y venta de terrenos de enorme vocación turísticas, a precios irrisorios. Es el que busca el agandalle entre los productores de copra, mango y café, para exportarlo en base a sus ligas y nexos hamponcetes entre otros políticos nacionales. Es el sicario que criminaliza las leyes y reglamentos y detiene el avance del país.
 
El político de México, es solo un termino, porque muchos analfabetos hombres y mujeres y otros instruidos; pero, además quienes tienen el conocimiento, son los verdaderos criminales y canallas porque aún sabiendo las fallas y errores del sistema gubernamental, son compinches y encubridores. A ese hay que temerle, es la lacra gubernamental. Hace negocios, crea empresas constructoras, se alía con los malosos y crea vacíos en las leyes para su propia satisfacción monetaria. Ese es el político mexicano.
 
Un buen político tiene -en lenguaje cotidiano- vocación genuina de “propuesta más que de protesta”… “de ser parte de la solución y no del problema”… “de servir y no servirse” del poder que le han entregado los ciudadanos. De tener en su “agenda de reuniones” un encuentro asiduo con los valores, con la axiología, con los necesitados.
 
Un buen político da cuenta veraz y profusa de lo que hace y gana por su trabajo; de sus bienes, de su patrimonio. Un buen político no mezcla jamás los negocios con la política pues la concentración del poder es la antítesis de la democracia.