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Columna: Algo grave está por ocurrir en Guerrero


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Por Héctor De Mauleón

Guerrero atraviesa por la crisis de seguridad más seria de su historia. Con mil 900 homicidios dolosos en lo que va del año, el estado podría superar con facilidad la cifra de homicidios alcanzada en 2011 (2 mil 280), año que se considera el más violento registrado hasta la fecha.

La epidemia sacude sobre todo cinco municipios, Acapulco, Chilapa, Chilpancingo, Zihuatanejo y Coyuca de Benítez, en los que se concentra 66.4% de los asesinatos, pero se ha extendido a 71.

Está relacionada, sobre todo, con la presencia de grupos del crimen organizado en la entidad. De acuerdo con la Fiscalía General del
Estado, en Guerrero operan actualmente 15 organizaciones criminales de diverso calado.

Un mapa delictivo elaborado por el gobierno estatal indica que las tres organizaciones predominantes son Los Rojos, Los Ardillos y La Familia Michoacana. Los Rojos dominan 18 municipios. Los Ardillos y La Familia Michoacana tienen bajo su poder diez municipios cada uno.

En el resto del estado se extiende la presencia de Los Añorve (8 municipios), Guerreros Unidos (6), el Cártel Jalisco Nueva Generación (5), Los Granados (4) y el Cártel del Sur (4). Se mueven también en la entidad el grupo conocido como Los Rodríguez (3), Los Caballeros Templarios (3), Los Tequileros (3), así como la organización dirigida por Erasto García Muñoz, El Gato (2).

Cierran la lista el Cártel Independiente de Acapulco (1), y el hoy menguado cártel de los Beltrán Leyva (2).

En Acapulco funcionan, además, 40 bandas delictivas dedicadas al robo de autos, los asaltos, el secuestro y la extorsión. En la entidad se han cometido 375 homicidios en solo dos meses. Seis municipios guerrerenses figuran entre los 50 más violentos del país.

Las disputas detectadas son de dos tipos: las derivadas del control territorial del narcomenudeo en pueblos y ciudades, y las que provienen del cultivo y el tráfico de amapola.

A esta realidad se agrega la existencia de policías comunitarias en 46 municipios, buena parte de las cuales ha sido infiltrada y responde directamente a los jefes del crimen organizado.

Guerrero es producto de la fragmentación del Cártel de Sinaloa, que mantuvo una presencia férrea, durante años, en el estado.

El primer brote serio de violencia ocurrió en el año 2005 en Acapulco, municipio que entonces gobernaba el hoy coordinador estatal de organización de Morena en Guerrero, Félix Salgado Macedonio. Durante su gestión, un lugarteniente del Cártel de Sinaloa tomó posesión
total del puerto de Acapulco: era Édgar Valdez Villarreal, La Barbie.

El puerto se convirtió en escenario, en ese tiempo, de una guerra entre la gente de Sinaloa (el grupo conocido como Los Pelones) y el brazo armado del Cártel del Golfo, Los Zetas, enviados a apoderarse de esa parte de la costa del Pacífico.

La violencia recorrió el puerto durante tres años (balaceras, enfrentamientos, decapitados, cuerpos desmembrados) y encontró su punto culminante con la difusión de un video en el que La Barbie ejecutaba de un tiro en la sien al jefe de una célula de Los Zetas.

El siguiente capítulo se desencadenó en 2008, tras la detención de Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo. Los Beltrán consideraron que Alfredo había sido traicionado por El Chapo Guzmán y rompieron con la organización. La presencia que habían establecido en Guerrero les permitió quedarse con la estructura criminal que existía en el estado.

Pero el Cártel de Sinaloa trató de impedirlo. La sangre corrió en cinco municipios. Acapulco, Chilpancingo, Zihuatanejo, Pungarabato y Petatlán.

El tercer capítulo fue el abatimiento de Arturo Beltrán Leyva, El Jefe de Jefes, en Cuernavaca. Entre 2010 y 2012 el Cártel de los Beltrán se rompió. Los jefes se enfrentaron. La organización entró en crisis.

En ese periodo las ejecuciones crecieron 150%. Las decapitaciones, los desmembramientos, la aparición de cuerpos calcinados aumentó casi 400%. 

Surgieron Los Rojos, Guerreros Unidos, el Cártel Independiente de Acapulco, los Granados, Los Ardillos, Los Tequileros: los antiguos pistoleros de los Beltrán se apoderaron, cada uno, de un pedazo de territorio.

La violencia les sirvió para construir su reputación, dinamitar a la competencia y acrecentar su poder.
Hoy, los 15 grupos andan sueltos, parapetados, entre otras organizaciones, tras las policías comunitarias.

Puede ocurrir cualquier cosa, otro Ayotzinapa. Pero nadie parece ver todo esto como lo que es, un problema de seguridad nacional.

@hdemauleon
demauleon@hotmail.com