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Imparable, la desaparición de los glaciares en México

Los glaciares no son producidos por una maquinaria que los genere de una manera continua, y conforme siga avanzando el calentamiento del planeta no habrá forma de parar la desaparición glaciar, advirtió Hugo Delgado Granados, director del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

"Para verlo de una manera más ilustrativa, la desaparición de los glaciares en México se viene dando conforme ha aumentado la temperatura regional en el país, la temperatura de congelación que permite que los hielos permanezcan en las cumbres nevadas de nuestros volcanes está llegando a un nivel que pronto va a rebasar las cumbres, lo que quiere decir que los glaciares mexicanos no tendrán forma de sobrevivir", añadió el doctor Delgado, quien es también corresponsal mexicano del Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares de la Asociación Internacional de Ciencias Hidrológicas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

"Cuando tenemos un área cubierta por hielo y nieve, se forma una superficie blanca que refleja la radiación solar, pero por el contrario si los glaciares retroceden y dejan la parte rocosa oscura al descubierto ya no se refleja el calor sino se absorbe, con lo cual cambia el microclima y eso hace que aumente la temperatura local", afirmó el especialista.

En la actualidad, el glaciar mexicano que ya se ha declarado extinto es el que se encontraba en el Popocatépetl. A pesar de que todavía puede observarse que hay hielo en la cumbre del Popo, como ya no tiene movimiento, alimentación o pérdida, es solamente un remanente del glaciar que existió en ese lugar.

"El volcán Iztaccíhuatl tiene todavía algunos cuerpos de hielo en ‘la panza y en el pecho’, pero muy probablemente en unos cinco o 10 años solo se vean como cuerpos de hielo y también se declaren como extintos. Es difícil hacer un pronóstico exacto, pero si siguen los patrones de retroceso glacial se llegará a la desaparición", dijo el glaciólogo mexicano Hugo Delgado.

"El Pico de Orizaba es diferente, se encuentra en un lugar más alto, no está rodeado de zonas industriales como es el caso del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl que están a lado de la Ciudad de México y Puebla. A los 5 mil metros se encuentra la línea de equilibrio de los glaciares, es decir, la línea que separa la zona de recarga de la de acumulación.

"El Pico de Orizaba al estar a 5 mil 570 metros sobre el nivel del mar, hace que su sistema de alimentación glacial pueda sobrevivir tal vez algunas décadas más", estimó Delgado.

Los estudios de los glaciares en México y en el mundo empezaron a compilarse de manera sistemática en 1958, y en tan solo 60 años se han modificado en tal grado las condiciones climáticas que varios glaciares se han extinto en nuestro país y en todo el planeta.

Repercusiones de la extinción de los glaciares

Una de las consecuencias de la desaparición de los glaciares es que las reservas de agua disminuyen, durante la época de secas los glaciares se funden a un ritmo mayor y alimentan a los arroyos, ríos y mantos acuíferos. Si no se tiene esa recarga de agua, se presenta un impacto negativo sobre la disponibilidad de agua en las zonas pobladas del país, cercanas a las montañas glaciadas.

Los glaciares son testigos y evidencia de los cambios en el clima local y global. Las zonas industriales y urbanas provocan variaciones en el régimen de temperaturas y precipitaciones debido a las emisiones de gases de efecto invernadero. En todo el mundo, los glaciares muestran una tendencia generalizada a retroceder, incluso los que ocupan grandes extensiones están desapareciendo como parte de un proceso natural, pero acelerado por los cambios provocados por la actividad humana, concluyó el director del Instituto de Geofísica de la UNAM.

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