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'Los hombres armados merodean por nuestras tierras'

Cristóbal Pérez Pérez, su esposa, sus cinco hijos —cuatro menores de edad— y su nuera caminaron por las frías montañas, por veredas llenas de lodo, para encontrarse con la triste realidad; no podrán ocupar su vivienda, por colindar con Chenalhó.

El pasado 18 de octubre huyeron del paraje Pom para refugiarse en las montañas, cuando hombres armados de Chenalhó quemaron, destruyeron y saquearon viviendas para exigir la devolución de tierras. El miércoles retornaron, pero no a su hogar, tuvieron que rentar dos cuartos —de aproximadamente tres por cuatro metros cuadrados—, construidos de tabla y lámina, con piso de tierra. Uno será utilizado como cocina y el otro para dormir.

La lluvia que se registra desde hace dos días en esta localidad, ubicada en la región Altos de Chiapas, hace que los caminos por las veredas lodosas sean inaccesibles y no puedan salir a buscar alimento. Cristóbal, junto con su familia, se sienta alrededor de una fogata para calentar su cuerpo, mientras su esposa Bartolina Girón hace unas tortillas a mano que acompañarán con un poco de frijoles.

Los integrantes de esta familia sólo hablan tzotzil. Apoyados por un traductor explican que no tendrán qué comer en los próximos días o meses debido a que no pueden ir a trabajar su tierra que se ubica muy cerca de la zona de conflicto.

"No podremos sembrar maíz ni frijol, ni cortar el café para venderlo, pues los hombres armados merodean por nuestras tierras", lamenta el jefe de familia.

Los Pérez Girón habilitaron una cama con tablas y palos para los niños. Los adultos descansan en el piso de tierra húmeda sobre colchonetas que les fueron donadas. En la misma condición de pobreza retorna la familia de Dionisio Girón, del paraje C’analumtic con cuatro menores de edad, entre ellos una joven de 15 años que hace un mes dio a luz a su hijo Gerohuan.

Explica que la vivienda es rentada y que su hijo mayor emigró a San Cristóbal de las Casas en busca de trabajo para mantener a su esposa e hijo recién nacido. Confiesa que siente miedo porque sigue escuchando disparos de armas de fuego, además de haber visto a hombres de Chenalhó vestidos con ropa parecida a la que utiliza la policía estatal.

La misma situación de miedo está viviendo la familia de don Mariano Pérez Gómez, del paraje Pom, quien el pasado 2 de enero retornó a su vivienda. "Tenemos miedo, no dormimos en la noche, queremos regresar al campamento, en mi casa ya no somos felices, nada es como antes, ahora hay miedo y dolor", dice entre llanto su esposa María Girón.

Más de 5 mil indígenas huyeron el pasado 18 de octubre a las montañas, luego de que un grupo armado de Chenalhó asesinó a Samuel Luna Girón cuando trabajaba en su parcela, para luego quemar y destruir viviendas por un conflicto de límites territoriales. El pasado 2 de enero, 3 mil 858 tzotziles retornaron a sus comunidades, pese a no existir garantías de seguridad. Otros mil 165 se quedaron en los campamentos porque sus viviendas fueron destruidas, y sus parajes se ubican muy cerca de la zona de conflicto.

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) urgió a las autoridades federales, estatales y municipales la implementación integral de las medidas cautelares solicitadas desde el 27 de noviembre para las personas desplazadas de las comunidades de Chalchihuitán y Chenalhó, a quienes identificó en situaciones que ponen en riesgo su salud, vida e integridad personal y se encuentran en campamentos y comunidades de los poblados de Chelmut, Bolchojón, Bejeltón, Canalumtic, Pom, Tulantic, Cruz Kakanam y Tzomolton.

Visitadores del organismo acudieron a los campamentos y comunidades donde detectaron que, en general, a las personas desplazadas les son insuficientes los alimentos, que muchos de éstos, enlatados, no son adecuados para su salud, considerando su dieta alimenticia tradicional. Beben agua insalubre y contaminada; su salud es mala debido a las condiciones extremas del medio ambiente. Carecen de ropa y zapatos adecuados para soportar el frío, lo que les ha provocado enfermedades; duermen en el suelo bajo la carpa, y las cobijas son escasas.

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